Con discreción, la Policía Local de Guadalajara al fin ha conseguido retirar la veintena de coches abandonados en distintos puntos de la ciudad. Ha sido el colofón a un largo proceso burocrático y, en consecuencia, de varios meses de duración y de creciente espectáculo de automóviles varados en la vía pública, sin dueño conocido y en creciente estado de vandalización.
El primero en ser cargado en la grúa fue el más notorio: el de las tapias del cementerio en la calle Dos de Mayo.
Esta misma semana han desaparecido los demás, hasta un veintena que afeaban la vía pública, cuando menos.
La mayor concentración se daba en el polígono del Balconcillo. Además de varios dispersos por la calle Méjico, media docena guardaba formación en uno de los aparcamientos de la calle Trafalgar, como podemos recordar aquí y ahora, con imágenes captadas el pasado domingo, 7 de septiembre de 2025, en vísperas de su paso al desguace.
Tampoco está ya en su ubicación de los últimos meses el coche-vivienda del aparcamiento del cementerio en la avenida de Pedro Sanz Vázquez, del que LA CRÓNICA también dio detallada reseña semanas atrás.
