En pocas ocasiones sobran tanto las palabras como cuando hay que reflejar lo que es el chupinazo de las Ferias de Guadalajara, con la Plaza Mayor atestada de peñistas y una alegría desbordante.
Mejor dejar paso a las imágenes y sumarse a la fiesta, que ya invade la ciudad.
El objetivo de Jesús de los Reyes refleja bien a las claras lo que ha ocurrido en la tarde (y hasta bien entrada la noche) en el centro de la capital alcarreña.
Disfrútenlo…















«La Potra» y miles de protagonistas más
Y si no podemos resistirnos a la tentación y hay que escribirlo, hagámoslo.
El balcón del Ayuntamiento recibió de un modo especial a la Peña “El Buey”, que celebra su 35 aniversario.
Jorge García, como presidente de la peña, ofreció un pregón cargado de reivindicación y orgullo peñista. En sus palabras, destacó que “ser peñista es mucho más que ponerse un pañuelo al cuello; es cultura, tradición, amistad y familia”. Reivindicó el papel de las peñas como motor de las fiestas y pidió al Ayuntamiento un compromiso firme con su reconocimiento y cuidado.
A mitad de ese pregón y cuando la plaza ya vibraba de emoción, llegó el momento más inesperado y celebrado con la sorpresa preparada por la Peña El Buey: Isabel Aaiún irrumpió en el balcón y la marabunta de peñistas entró en ebullición coreando y bailando al son de la Potra Salvaje.

















































La alcaldesa de Guadalajara, Ana Guarinos, destacó el gran ambiente festivo que se vivió en la plaza, abarrotada por una multitud de peñistas que representan a las 22 peñas activas en la ciudad, con dos nuevas incorporaciones este año. “La Plaza Mayor se nos queda pequeña ante tantas ganas de fiesta”, señaló, subrayando también la gran expectación que existe entre la ciudadanía por el nuevo recorrido de los encierros, uno de los grandes estrenos de estas Ferias.
Concluido el pregón llegó el estallido del chupinazo dio paso al tradicional Desfile de Peñas y Charangas, que recorrió la calle Mayor, la plaza de Santo Domingo y la calle Virgen del Amparo, hasta su cruce con la calle Toledo y la avenida de Castilla.
Un río humano de camisetas empapadas, disfraces, pancartas, instrumentos y bailes que convirtió la ciudad en un escenario de fiesta sin fin.

