Tras el festivo de la víspera, la Delegación de la Junta en Guadalajara ofrecía este martes el poco habitual espectáculo de una cola que se adentraba bastantes metros por la calle Topete, rampa abajo.
Decenas de personas –esencialmente «nuevos guadalajareños», aunque no solo– esperaban con obligada paciencia hasta poder acceder al edificio, donde se encuentra la Delegación de la Junta, que era su objetivo. Entre los adultos no faltaban niños y, para proteger su privacidad, no acompañamos estas líneas con una fotografía de lo se vivía en el día hoy.
Minutos antes de la una de la tarde, un vigilante de seguridad en funciones de ordenanza mostraba a la concurrencia y fijaba en la pared nuevas instrucciones: no se atendería este martes de manera presencial a aquellas solicitudes que no hubieran sido presentadas antes del 25 de agosto.
En consecuencia, los más rezagados ya podían volverse a sus casas a esperar, en próximos días, una llamada de teléfono desde la Delegación.
¿A qué venía tanta prisa y tanta inquietud?
A lo de casi todos los cursos.
Todo gira en torno a problemas con el inicio del curso escolar: algunos no han presentado en forma la solicitud de plaza; otros están a la espera de resolución porque la han presentado a última hora y, ante la duda, prefieren preguntar; otros más, quieren pedir cambio de centro o agrupación de hermanos…
Cuestión de tiempo y de paciencia que todo se resuelva.
