Dos minutos y 39 segundos han necesitado los toros de Zalduendo para cubrir la distancia entre el Mercado de Abastos y la plaza de toros. Era el cuarto y último de una experiencia innovadora que exigirá hacer balance sosegado a partir de ahora, para mejorarla.
En este domingo, la imagen más preocupante la daba un chaval muy joven en Santo Domingo, tendido en el suelo, inconsciente durante minutos hasta ser evacuado en ambulancia. Antes, a la altura de Hacienda, en apenas un metro cuadrado, dos escenas críticas: el mozo que se desliza a toda velocidad por la gatera para ponerse a salvo y, un segundo más tarde, otro que logra esquivar con una finta las astas, por milímetros. La esencia de un encierro, condensada.
A pesar de quedarse descolgados los seis toros en la Cuesta del Reloj, que es mucha cuesta, los pastores lograron agrupar la manada, sin que después se dispersaran excesivamente aunque nunca fueran compactos.
Ha habido trabajo para las asistencias sanitarias, sin balance oficial en el momento de escribir esta líneas.
Un festejo que merece el recuerdo del buen oficio fotográfico de Álvaro Arroyo y de Luis Díaz Viejo:































