No ha hecho falta esperar a que arrancara, allá por el mediodía, la manifestación del Primero de Mayo en Guadalajara para tener constancia de las primeras consignas.
Gracias a la dejadez de quien no allana la Calle Mayor ni quita estorbos a la altura del antiguo edificio del «Maragato», la pared que en su día encerró un andamio este 1 de mayo de 2025 muestra mensajes.
Nuestro particular Muro de las Lamentaciones proletario es, según sugiere lo grafiteado, esencialmente anticapitalista. El planteamiento no deja de ser involuntariamente irónico si se tiene en cuenta de que si allí no hay un edificio nuevo es, precisamente, por falta de capital o de ganas de arriesgarlo.
«Producir lo necesario, redistribuir todo», llega a clamar el anónimo filósofo urbano con entusiasmo propio de los esenios precristianos de hace 22 siglos y con afán ilustrador de dazibao maoísta.
Pasan los milenios y las nuevas ideas son tan viejas que estremece.
Los que tendrán que trabajar cuando pase el Día del Trabajo serán los operarios que quitan las pintadas de la ciudad para que la normalidad se imponga al modo cotidiano: tabla rasa, parades limpias, mentes despejadas, mucha propaganda y poca alternativa.
Porque lo de derribar el dichoso muro de una santa vez, eso mejor ni nos lo planteamos…

