La plaza de Dávalos no es un lugar de paso frecuente para los vecinos de Guadalajara, a pesar de lo céntrico de su emplazamiento.
A espaldas de la Plaza Mayor y de Miguel Fluiters, más allá de los usuarios de la Biblioteca nunca son demasiados los que se dejan caer por aquí. Si acaso, cuando el tiempo acompaña, para tomar algo en la terraza de un conocido bar de la zona.
Unos metros más allá de los veladores de ese establecimiento se encuentra desde hace años un curioso invento municipal. Lo compone una estructura metálica, ya vandalizada y sin que meses después hayan conseguido devolverla a su estado original.
A pesar de ese deterioro, todavía puede cumplir la función con la que se instaló en tiempos del tándem formado por Alberto Rojo y Sara Simón: exposiciones temporales, esencialmente de carácter aleccionador para «la ciudadanía».
Ahora, y quizá no por demasiado tiempo si se cumple lo anunciado, se dejan ver sobre esos tableros metálicos los carteles de un concurso convocado desde el Ayuntamiento con motivo del 25N.
La calidad de lo expuesto es sorprendentemente alta. Los mensajes, dentro de lo posible, más variados de lo esperado.
Como complemento, se presentan imágenes, eslóganes y argumentos llegados desde el Estado.
Una excusa, además, para pisar los aledaños de la antigua cacharrería, que es todavía un solar pese a la anunciada promoción de viviendas. Y vaticinar cuánto le queda al escudo nobiliario que se mantiene en la fachada de una casa próxima, muy posiblemente con los meses contados antes de ser derrumbada.