Crónica de Miguel Redondo
Por la mañana se corrieron los toros de Alcurrucén en un encierro que ha sido, hasta la fecha, el más multitudinario y, además, con grandes corredores que dejaron su destreza y sabiduría templando la carrera para el deleite de los presentes.
El éxito del desencierro son los corredores, esa prueba del valor popular donde solo el corredor sabe las sensaciones que vive al sentir el sonido de las pezuñas sobre el asfalto y el miedo sonoro del resto de corredores, que sienten el aliento despavorido del miedo cuando se aproxima la manada.
Solo de los participantes y de los más osados y experimentados corredores depende el éxito de la carrera, lo demás son flores que cada cual se quiera apuntar. Mi respeto a todos ellos, que se juegan su vida a las ocho en punto de la mañana.
Por la tarde, el público acude a la corrida, ya anunciada hace tiempo.
Ficha: Tercera del abono Toros de Alcurrucén. (Propiedad de los hermanos Lozano, los empresarios más avispados del último siglo y dueños de esta divisa). Procedencia Núñez.
Tarde veraniega, tres cuartos de plaza para una corrida terciada, de juego desigual. Faltó la emoción que debe de tener el toro bravo.
- Miguel Ángel Perera. Silencio y oreja.
- Daniel Luque, Oreja y Silencio tras aviso.
- Fernando Adrian, oreja y oreja.
Miguel Ángel Perera
Nadie podrá negar que Miguel Ángel Perera es un pedazo de torero: eso es más que una evidencia, pero no termina de conectar con el público esa su difícil facilidad; su compromiso, firmeza, técnica y resolución, sí… pero no es suficiente.
Perera es de los toreros más capaces del escalafón, eso no creo que lo pueda discutir ningún buen aficionado que se precie. Hay que torear con el alma para llegar al público, la mecánica no emociona.
En el primero de la tarde, un toro que se frenó en el percal, quitó breve por chicuelinas y tafalleras. Llegó a la flámula el astado con una embestida desordenada, pero el diestro templó y cogió la media altura y llevó las embestidas del de Alcurrucén sin violentarlo. Un toro desigual en sus acometidas para una faena sobre ambos pitones. En el último tramo, se paraba a mitad de los muletazos; el epílogo fue de molinetes y circular. La pena, esta vez, fue la espada, que viajó tendida y atravesada. Escuchó un aviso, pegando un mitin con el descabello.
El cuarto le permitió lancear en el toreo fundamental, para abrochar los lances con una media. Brindó su faena al público. Desde los medios lo esperó para cambiarlo por la espalda hasta en dos ocasiones. Perera consiguió abrir el compás y trazar el muletazo largo a un toro noble, que le regaló embestidas todavía con más trazado sobre el pitón izquierdo. El toro descolgó más por este pitón, llevándolo más templado. Por momentos, la faena comunicó con los presentes. En el último tramo de la faena improvisó unas luquesinas. Lo pinchó, dejando una estocada corta en buen sitio. Petición y oreja para Perera.
Daniel Luque
Daniel Luque es de esos toreros por el que uno se monta en un coche y se hace unos cientos de kilómetros para verlo. Ve toro donde no lo hay y si no, se lo inventa, como decía «El Pana».
Su primero salió suelto, algo típico de este encaste Núñez, pero no tardó en cogerle el aire para lancearlo a la verónica, rematando con una larga. El de Gerena brindó a la Alcarria, para comenzar su faena por alto, sacándolo por abajo en los remates y toreó ceñido en la distancia corta sobre la diestra. Fue moldeando una faena que en otras manos hubiera acabado tirando por la calle del medio. Al de Alcurrucén se le administro el antídoto del temple y consiguió que el público entrara en la faena del sevillano, al natural.
Se los robó de uno en uno y en el epílogo de la faena nos deleitó con unas luquesinas, se tiró a matar y cobró una buena estocada, teniendo que coger la cruceta para atronar al de Alcurrucén. La petición, unánime, fue atendida y cortó un trofeo.
El quinto salió también algo abanto. Fue paciente Luque y consiguió siete verónicas con ritmo y cadencia de manos bajas. Al de Alcurrucén le faltó ritmo y clase en sus embestidas, el antídoto lo puso Luque, con el temple que imprime a los toros. No terminó de llegar al público por la falta celo del toro en sus acometidas. Tras una estocada desprendida en la que tendría que usar la cruz hasta en tres ocasiones, fue despedido con palmas por el cómputo de la tarde.
Fernando Adrián
La presencia de Fernando Adrián en esta feria fue una incógnita hasta el último momento pero llegó sin que se le notara la convalecencia de su lesión, ocurrida en su último compromiso en la localidad venezolana de Tovar.
Adrián es uno de los toreros con más raza y ansia de triunfo de los últimos tiempos. Así lo percibimos el sábado.
Con su primero, al que le costó llegar a los burladeros, lo saludó con un farol, a pesar de su corta acometida. Al toro se le recetó un puyazo marcado en el costillar, mal picado como toda la corrida… ¡qué digo, como toda la feria hasta el momento!
Fue un toro difícil de banderillear ya que se frenaba en el embroque con el desconcierto de los profesionales; bien con los palos Marcos Prieto.
Comenzó Fernando citándolo apoyado en el estribo. Un toro bronco, al que le costó humillar pero con Adrián buscando el pitón izquierdo sin salirse del muletazo. Faena meritoria en su apuesta, en la que consiguió robarle muletazos en la distancia corta y manoletinas como final de faena. Tras una estocada caída, petición y oreja.
Para el sexto de la tarde, otro toro con las características del encaste Núñez de salida, llegando frenado al capote de Fernando Adrian. Aun así, consiguió meterlo en el capote con unas verónicas y una media.
De hinojos, llamando la atención del de Alcurucén, así comenzó una faena que por momentos tuvo la comunión con el aficionado. Consiguió Fernando Adrián ligar alguna serie de hasta cinco muletazos, perdiendo la herramienta en una ocasión. Puso el café de la faena con unas bernardinas ajustadas. Dejó una estocada tirándose a matar, pero teniendo que utilizar la cruceta hasta en dos ocasiones. Se le concedió la oreja tras una leve petición.
La corrida, bajo el objetivo de Álvaro Arroyo Contera
Por si no fuera suficiente con el texto, las imágenes.
Álvaro Arroyo completa el despliegue de fotógrafos que en esta Feria acreditan su aguda visión de encierros y corridas, para satisfacción de los lectores de LA CRÓNICA.
























