En la ciudad de Guadalajara no son pocos los que llevan todo este siglo lamentando no tener un Plan de Ordenación Municipal (POM) debidamente actualizado, acorde con las necesidades de crecimiento de su casco y alrededores.
Todos los técnicos coinciden en que para disponer de ello se requieren de 10 a 15 años. Esa segura demora ha hecho que los concejales que han ido pasando no hayan llegado a iniciar el proceso, más allá de haber gastado relevantes sumas de dinero en asesorías improductivas.
A falta de ese marco regulador, tanto los promotores particulares como la propia Corporación están condenados a farragosos procedimientos burocráticos para cambiar lo que se estableció en el siglo pasado para cada inmueble o solar de la capital alcarreña.
El último ejemplo ha llegado este viernes, un día después de la Navidad.
El 26 de diciembre, el Pleno del Ayuntamiento de Guadalajara ha tenido que debatir si aprobaba la modificación puntual del POM para la rectificación de la parcela situada en la calle Aldonza de Mendoza, 14. (Aviso para los lectores: es la misma calle que durante décadas se conoció como Hermanos Ros Emperador y que el anterior equipo municipal de gobierno del alcalde Alberto Rojo cambió para ajustarse a lo requerido por la ley de Memoria Histórica).
El debate ha sido necesario a pesar de que la modificación concedida le reportará a las arcas municipales ingresar 39.360 euros por el 10 por ciento de los aprovechamientos y 133.602 a cuenta de las zonas verdes. Pero no todos estaban de acuerdo en todo.
Alcanzada la bendición plenaria, el promotor podrá construir un nuevo edificio para varios apartamentos, sobre una superficie de 801 metros cuadrados.
De este modo, además, se acabarán las okupaciones y el riesgo de ver un nuevo solar en una ciudad que ya tiene más de un centenar de terrenos en barbecho y sin viviendas en su casco urbano.
