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11 diciembre 2025
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LA CRÓNICA ya informaba del eclipse solar desde Guadalajara… hace 120 años

Un par de días antes del eclipse de 1905, un artículo escrito desde Molina de Aragón reiteraba la importancia del fenómeno y anunciaba la mucha gente que atraería. En 2026 se repetirá la experiencia.

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La CEO de la empresa CosmoGuada, ha impartido este jueves la quinta charla de la campaña de Comunicación Social de la Ciencia “De 12 en 12 — Rumbo al Eclipse Total”, cuando quedan apenas 8 meses (243 días) para el gran evento astronómico.

La campaña está impulsada por la Asociación de la Prensa de Guadalajara (APG) en colaboración con la Agrupación Astronómica de Guadalajara (AstroGuada) ante el Eclipse Solar Total que tendrá lugar el 12 de agosto de 2026.

Bajo el título “Los eclipses españoles más destacados de la historia moderna desde Guadalajara”, Lola Silva ha hecho una interesante retrospectiva a los eclipses del pasado siglo a través de un repaso a los periódicos de la época en la provincia de Guadalajara.

Lola Silva, CosmoGuada, es una emprendedora que se prendó del cielo y del mundo rural y convirtió Saelices de la Sal en su hogar para desde allí, guiarnos por maravillosas experiencias que nos permiten disfrutar del entorno y patrimonio natural.  

Aunque el ciclo de eclipses que vamos a disfrutar los próximos tres veranos, se ha denominado “el trío de eclipses español”, porque los tres serán visibles desde nuestro país, también los tres primeros eclipses totales de sol del siglo XX fueron conocidos internacionalmente como “los eclipses españoles”.

Y como ocurrirá en esta ocasión, los tres se produjeron en un intervalo de tiempo muy corto, 12 años: en mayo de 1900, en agosto de 1905 y un anular en abril de 1912. El próximo ciclo de tres eclipses será algo más corto, y se producirá en tres años consecutivos: el de agosto de 2026, el de agosto de 2027 y un anular en enero de 2028.

Una verdadera rareza, y toda una suerte, ya que se estima que los eclipses ocurren en un mismo lugar aproximadamente cada 300 o 400 años. “España es un país privilegiado en cuanto a eclipses” subrayó Lola Silva.

Hace 120 años ya estaban muy bien preparados

Centrándonos en el eclipse más parecido al que disfrutaremos este verano, el de 1905, se puede comprobar  que constituyó un evento de gran interés nacional e internacional, un acontecimiento social que atrajo el interés de la comunidad científica. Muchos científicos de otros países eligieron España para instalar sus observatorios y así ver el fenómeno. La trayectoria del eclipse también fue visible en el norte de Canadá, en el Atlántico y Egipto, pero en España el tiempo de duración se estimaba en 3 minutos y 45 segundos, el mayor de todos los lugares posibles.

La franja de totalidad cruzaba la península, entre Asturias y Baleares, en un recorrido muy similar al que realizará el del próximo verano.

Numerosos científicos y curiosos se desplazaron a diferentes puntos de la trayectoria, adonde se fletaron trenes desde Madrid para curiosos, científicos y autoridades. Y como apunta la CEO de CosmoGuada “se hizo ciencia desde España”.

Los periódicos y revistas ilustradas de la época se hicieron eco del excepcional evento astronómico. Desplazaron a sus mejores plumas a los lugares donde mejor se pudo observar. Algunos de los más adelantados realizaron números especiales publicando extensas galerías de fotografías.

En Guadalajara, los periodistas se desplazaron desde la capital a Sigüenza y Molina para escribir después sus crónicas con un profundo tono literario, en ese lenguaje profuso en adornos y adjetivos, recurso indispensable para apelar a la imaginación del lector que, empezaba ya también a ver fotografías acompañando a los textos. 

Los medios de comunicación hacían hincapié en que seríamos visitados por astronómos y científicos de diferentes países y de la necesidad de tratar a estos turistas de manera que se fueran contentos, que se llevaran una gran impresión de España y quisieran volver.

“Vamos, que no estamos inventando nada y hace ya 120 años lo tenían claro”, comenta Lola Silva.

Y destacaron también la ausencia de incidentes, fruto de la buena organización que las autoridades habían realizado. “…Ojalá esto también se repita”, añade la ponente.

Las crónicas coincidieron además en destacar la algarabía de la gente en el momento de la totalidad. “Al desaparecer el último punto del disco solar, resonaron en todo Sigüenza nutridos aplausos”, escribía Luis Cordavias en el extinto Flores y Abejas, el 2 de septiembre de 1905.

Tal fue el interés que despertó el acontecimiento y las ganas de ofrecer su mejor “cara”, que en Sigüenza, según recuerdan unas líneas en el mismo periódico sobró mucha comida que los lugareños habían preparado. 

O cómo se tuvo que frenar el interés de corresponsales y aficionados a la escritura para que dejaran de enviar notas sobre el eclipse a La Crónica, otro de los periódicos más influyentes de Guadalajara de aquellos años.

La Crónica hizo todo tipo de recomendaciones

Un par de días antes del eclipse de 1905, un artículo escrito desde Molina de Aragón reiteraba la importancia del fenómeno y anunciaba la mucha gente que atraería, explicaba cómo se produciría el evento con todo lujo de detalles, y hasta describía cómo se debían preparar los cristales con los que observar el fenómeno, o hacer una fotografía de corona solar.

 “Los fotógrafos con sus cámaras provistas se obturadores rápidos, pueden obtener fotografías de inmenso valor científico de las fases parciales del eclipse, si con antelación tienen la precaución de fijar en las placas la hora exacta en sean expuestos”.

Aunque desconocemos si aquellas cámaras sobrevivieron al eclipse, más preocupante resulta leer cómo restaban importancia a las dañinas consecuencias que mirar al sol sin protección podía tener, y cómo recomendaban hasta el uso de ¡anteojos!

“La observación del eclipse puede hacerse a simple vista, pero será más completa si nos valemos de unos anteojo; bien sean de los llamados de campaña, de marino o de teatro por su fijeza en la mano, o de larga vista, adoptándole un pie o apoyo para que permanezca en la dirección que más nos convenga”.

“El procedimiento más sencillo y económico a la par que acertado у рrесisо, consiste en suprimir el resplandor que rodea al astro por medio de un cristal obscuro con el cual la imagen del Sol queda bien definida”.

Solo su última recomendación cuidaba de la vista de los lectores: “También puede emplearse una palangana llena de agua para mirar la imagen del Sol”.

Romanones se trajo a los ministros a Sigüenza

Y como volverá a ocurrir en el 2026, que Sigüenza se convertirá en un buen lugar desde el que seguir el eclipse, en 1905 la ciudad del Doncel recibió numerosos visitantes, gracias, entre otros a que el Conde de Romanones, don Álvaro de Figueroa y Torre, un terrateniente además de un influyente político (y diputado por el distrito de Sigüenza en esas fechas), fue el anfitrión de muchas de las personalidades que acudieron a presenciar el fenómeno astronómico en la ciudad del Doncel. Los Ministros de Estado y Gracia, Justicia, y Agricultura, entre otras autoridades, se congregaron en la finca propiedad del Conde de Romanones para observar el eclipse.

Como otros muchos periodistas, literatos, ilustrados, científicos o curiosos se desplazaron en trenes que procedentes de Madrid, que apenas tenían ya asientos libres en su parada de Guadalajara. Por lo que todas las crónicas de la época destacan las intervenciones del Presidente de la Diputación, señor Celada y del Alcalde de Guadalajara, señor Miranda, para que se pusieran hasta 3 vagones más donde poder acomodar a todos los viajeros.

También se describía el evento astronómico como un auténtico acontecimiento social:

“El tren que nos conducía entró en la ciudad mitrada a los acordes de la banda municipal y los 2.200 viajeros que descendimos –Sigüenza contaba entonces con unos 4.500 habitantes– de aquel rosario de coches, entramos en aquel simpático pueblo entre vítores y aclamaciones. […]” escribía Cordavías.

Y se señalaba la importancia de algunos de los visitantes a la ciudad mitrada, con el relato de anécdotas como el que “una lugareña de Garbajosa que estaba a nuestro lado, y que pocos momentos antes nos había dicho que hasta que no llegaran los ‘menistros’ no comenzaría el ‘clise’, batió las palmas al ver pasar en varios carruajes a Sánchez Román, a Weyler, a Romanones […]”.

Eduardo Palacio-Valdés, en el periódico La Región, nos describió con su pluma las sensaciones de personas y animales cuando la luna oscureció al sol:

“Nos quedamos a oscuras, el Sol al desaparecer deja de calentarnos, y un frio glacial penetra en nuestros en nuestros cuerpos; las aves bajan de las alturas despavoridas, y aquella enorme multitud, aquel mar de cabezas humanas, permanece en silencio aterrador. Por fin aparece majestuoso el rey de de los astros, y su presencia en el límpido firmamento es recibida con un aplauso cerrado, nutrido, causa maravilla, el ver la precisión matemática de los astrónomos anunciando el eclipse con tantos detalles”.