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28 marzo 2024
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¿Por qué no tenemos (todavía) una vacuna española contra el COVID?

Los datos actuales muestran que esta vacuna española protege frente a la enfermedad, frente a la letalidad y frente a la replicación del virus.

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Hasta la primavera, como muy pronto, no se ensayará con humanos una de las tres vacunas contra el SARS-CoV-2 del CSIC, pese a que es la más avanzada por su eficacia, del 100% en ratones. Así lo ha vaticinado el virólogo español, Mariano Esteban, quien lidera el equipo que la está desarrollando. Su esperanza es que la vacuna en la que trabaja proteja del SARS-CoV-2 con una respuesta inmune «más amplia y más duradera».

Según informa el investigador, que desarrolla junto a Juan García Arriaza la vacuna CSIC-Biofabri contra la covid-19, comenzarán con la fase 1 con unos 112 voluntarios, para ver los efectos de dosis.  Después se pasará a la fase 2, con 500, para ver la inmunogenicidad y la seguridad. Si todo fuera bien, se pasaría a la fase 3, ya con 20.000 o 30.000 personas sanas, para demostrar la eficacia de la vacuna.

El virólogo español Mariano Esteban.

Pruebas con monos

«De momento estamos completando los ensayos en animales con macacos y hámsters para presentar un dossier a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y a la Agencia Europea del Medicamento y, si cumplimos los requisitos, obtener su aprobación. A la vez, la empresa española Biofabri está produciendo los lotes para empezar los ensayos clínicos», señalan en un comunicado dle CSIC.

Si se completa el proceso sin incidentes, se pasará a la fase de producción y a considerar dónde se podría administrar la vacuna. «En España, si quedase población por vacunar, y también en países de todo el mundo que pudieran necesitarla. Además, plantearíamos su uso como dosis recuerdo en personas que ya han sido vacunadas», explica.

Se necesita financiación

No obstante, el vírólogo advierte de que será necearía «bastante financiación para la producción». Para ello, el CSIC está tratando de movilizar el proceso. «Tengamos en cuenta que algunos países han puesto cientos de millones para producir vacunas a gran escala. A partir de la fase clínica, los costes aumentan exponencialmente», advierte.

En su opinión, «España no puede depender siempre de los demás», y considera que es necesario un tejido empresarial capaz de producir la vacuna y por eso se han iniciado colaboraciones, a través del CSIC y el Ministerio de Ciencia e Innovación, con empresas españolas. «Después hay que mantener esa logística para actuar con rapidez cuando sea necesario. Ahí el CSIC juega un papel importante, pues además del conocimiento básico aporta la traslación de la investigación al sector productivo», afirma.

22 ratones salvados con la vacuna

La vacuna que esta desarrollando ha sido probada en 22 roedores que fueron expuestos a dosis letales del coronavirus y salieron indemnes. En este momento se están completando los ensayos en animales con macacos y hámsters, para presentar un dossier a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y a la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés).

Los datos actuales muestran que esta vacuna española protege frente a la enfermedad, frente a la letalidad y frente a la replicación del virus. Además, al ser una vacuna muy estable, puede conservarse y administrarse en cualquier lugar. «También estamos viendo que confiere una inmunidad amplia y creemos que más duradera», explica, al tiempo que señala otra ventaja, que es que se podrá combinar con las vacunas que ya se están administrando a la población.

«Hemos demostrado en modelos animales que la combinación de vacunas distintas tiene efectos protectores más potentes que una vacunación con dos dosis de la misma vacuna», afirma el virólogo, quien, de todos modos, considera que «no habrá una vacuna ganadora», sino varias que se irán combinando para lograr una protección mayor.

Diferencias con otras vacunas

Respecto a qué la diferencia de las de Pfizer, Moderna y la Universidad de Oxford, Esteban explica que se ha usado una estructura más compleja que el ARN de Pfizer y Moderna y el adenovirus de la Universidad de Oxford, lo que posibilita que «la respuesta inmunitaria en las personas sea mucho más amplia y duradera».

«Nuestra vacuna se basa en un virus muy atenuado, que tiene una cubierta membranosa alrededor de una estructura proteica y en su interior lleva una molécula de AND mayor que la del adenovirus. En esta molécula hemos incrustado también el fragmento que va a producir la proteína S del coronavirus. Como vehículo usamos el virus vaccinia (empleado en la vacunación contra la viruela). Estos virus han sido diseñados por la naturaleza para penetrar fácilmente en células, a diferencia de una molécula de ARN metida en una partícula de grasa, que no es algo fisiológico», relata el investigador.

Los efectos de respuestas innatas y de memoria producidas por las vacunas con virus atenuados difieren de los asociados a las respuestas inducidas con las vacunas de Pfizer y Moderna. Estas, aunque sean más selectivas, probablemente serán de menor amplitud y durabilidad.

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