¿Es capaz de recordar el lector de LA CRÓNICA cuándo fue la última campaña del Ayuntamiento de Guadalajara contra los excrementos caninos en la ciudad? Rebajando un poco más el listón, ¿le suena algún concejal haciendo alguna declaración sobre esta cuestión en los últimos meses? ¿Alguien conoce a alguien que haya sufrido alguna de la abultadísimas multas con las que se viene amenazando desde hace años a los dueños más relajados por no recoger las heces de sus perros?
Aclaremos que hace justamente un año, dos de los ediles del equipo de ana Guarinos comparecieron ante los periodistas para recordar a los vecinos que no está bien dejar «regalos» en las aceras y también para pedir a los grafiteros locales que dejen de manchar puertas y paredes que no son suyas. El éxito fue el esperado, porque el problema sigue ahí aunque, al no nombrarlo, parezca que haya dejado de existir.
A unos cuantos kilómetros de distancia, en Madrid, su ayuntamiento acaba de poner en marcha una campaña que podría servir de referencia para la capital alcarreña, pues se trata de abordar la misma cuestión.
El planteamiento de Madrid
Bajo el lema ‘Los excrementos caninos no son abono’, la campaña también tiene como objetivo animar a los vecinos a diluir los orines de sus perros, algo que se exige y sí se cumple de forma habitual en Guadalajara, al menos en las calles más céntricas. De los incívicos, tanto en Madrid como en Guadalajara, no hay más rastro que lo que dejan sus mascotas en la vía pública.
Hace aún más años, cuando Román era alcalde, el Ayuntamiento de Guadalajara presentaba una campaña de concienciación sobre los excrementos caninos. Era 2017 y se consideraba una auténtica plaga, pendiente de solución.
Con lo que se ingresaba por las sanciones no se pagaban ni las bolsas que se ofrecían gratis a los dueños de los perros en los parques de la ciudad… siempre que los gamberros no las saquearan.
Entonces se calculaba en 11.000 los perros que viven en la ciudad, que generan 3.300 kilos de excrementos… que en gran medida no se recogían por parte de los dueños. Datos recientes y actualizados no los ha encontrado este diario.
A 56 kilómetros de aquí, el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad de Madrid cuenta con 7.300 papeleras con expendedor de bolsas biodegradables repartidas en los 21 distritos de la capital. Anualmente, se dispensan a través de estas papeleras casi 108 millones de bolsas.
El abandono de excrementos en la vía pública constituye una infracción recogida en la Ley 4/2016, de 22 de julio, de Protección de Animales de Compañía de la Comunidad de Madrid, y puede conllevar una sanción económica de 751 euros. En Guadalajara se habló de hasta miles de euros para los infractores recurrentes, de los que no consta ninguno. Para las faltas leves, también es de teórica aplicación la multa de 750 euros, desde 2021.
En Madrid, como parte de la actual campaña, un grupo de informadores ambientales atenderán hasta el 8 de junio a los vecinos en 165 puntos de la ciudad, ubicados fundamentalmente en lugares de mucho tránsito peatonal, con el fin de recordar a los madrileños que posean o paseen perros su responsabilidad en la recogida de los excrementos y animarlos a diluir los orines.
Durante estas tres semanas, los informadores estarán presentes de lunes a domingo en estos puntos fijos, resolviendo dudas y entregando materiales divulgativos como el kit de recogida que incluye una botella para dilución de orines, un portabolsas para la recogida de excrementos y bolsas biodegradables, folletos informativos sobre las obligaciones de los dueños de los perros (‘Sé responsable y recoge las cacas de tu perro: Madrid te lo agradecerá’, se lee) y otros servicios relacionados. También se facilitará información sobre otros aspectos relacionados con la separación de residuos y la limpieza de la ciudad.
En lo que sí coincide Madrid con el Ayuntamiento de Guadalajara es en la desafección hacia los medios de comunicación locales como soporte de su publicidad institucional. Los mensajes no se distribuirán en anuncios pagados en esas cabeceras sino recurriendo a la redes sociales municipales, en las que unos y otros parecen confiar, esencialmente por salirles gratis. Eso es lo que hicieron hace ahora, justamente, un año… aunque nadie lo recuerde.
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