Han venido y ya se han ido, como cualquier turista. Y, además, como turistas fieles, porque suelen dejarse ver cada verano. La estancia de varias decenas de cigüeñas ha dado pie para que los seguntinos levantaran este jueves, 7 de agosto de 2025, la cabeza hacia el cielo, hasta encontrarse en la barbacana de las torres de la catedral a un disciplinado ejécito de okupas volanderos.
Viajeras cigüeñas, migrantes de ida y vuelta cada año, con cambio climático o sin él y a diferencia de otras congéneres que, alimentadas de sobra en los vertederos municipales o en lo regado, se quedan todo el año en sus nidos urbanos, ya sea cerca de Valdemingómez o en cualquier localidad.
Aquí, en Sigüenza, como en la Plaza Mayor de Guadalajara, son tan aves de paso como usted o yo. A la espera, es un decir, de las nieves de San Blas.
Punto de paso en un largo viaje
Hace años, LA CRÓNICA ya informó de que la Ciudad del Doncel está en el itinerario de un punto neurálgico para las cigüeñas: la Sierra Ministra de Guadalajara, a medio camino entre el Valle del Ebro y la Meseta. Julio Álvarez, profesor del departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá, así lo destacaba en una amplia información.
Suelen verse más por la noche y en los pueblos, y tienen tendencia a posarse en los puntos altos, para evitar los depredadores.
Junto con eso, claro, también influye la querencia propia de experiencias anteriores.
En Sigüenza (con diéresis) se vive bien, durante toda una vida o sólo por unas horas. Seas voladora cigüeña (con diéresis) o un simple y más que terrenal ciudadano contribuyente.

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Más información:
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