Ha sido este miércoles, en la sesión de control al Gobierno, cuando el nombre de Guadalajara se ha oído, para algunas orejas, en la Carrera de San Jerónimo. No ha sido por boca de Antonio Román, diputado del PP, ni por intervención de Alberto Rojo, diputado del PSOE. La alusión a Guadalajara ha sido inesperada y sin explicación suplementaria.
Andaba la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, reiterando que pone la mano (sobradamente abrasada) en el fuego por su jefe de gabinete, Carlos Moreno, cuando el vicesecretario de Hacienda del PP, Juan Bravo, ha tenido ocasión de intervenir.
El diputado popular le ha recordado a Montero que se han cumplido «mil días» desde el último Presupuesto que aprobó y ha lamentado que desde entonces el Gobierno se dedique a hacer «prórroga tras prórroga para intentar aguantar».
«No es normal que cuando más impuestos pagan los españoles, los trenes no funcionen» o que se «compren pulseras –antimaltrato– para proteger a las mujeres y no funcionen». «No es normal que un señor viva en Moncloa y tribute en Portugal y usted no se entere y usted pida especial vigilancia para aquellos que quieren sacar algo de dinero vendiendo su viejo sofá en Guadalajara«.
¿Por qué Guadalajara? ¿Cuál es la extraña vinculación entre los sofás, Guadalajara, Hacienda y la política española? ¿O no era así?
La provincia importa lo que importa en Madrid, que es bastante poco. Por eso, una simple cita de su nombre sería noticiosa, aunque quizá no valga para una noticia hecha y derecha y se quede en un chismorreo, como es el caso.
Pues ni siquiera así: el diputado se ha referido concretamente a Wallapop, no ha Guadalajara. Un error de transcripción ha llevado a bastantes medios a repetir que había aludido a Guadalajara.
Pero no. Ni eso.
Otra vez será.
