En cuanto sea posible, el pavimento central del Paseo del Doctor Fernández Iparraguirre dejará de ser lo negro y accidentado que se viene sufriendo desde su última reforma, llevada a cabo al comienzo de este siglo y desde entonces permanentemente cuestionada.
Según ha podido confirmar LA CRÓNICA, tanto técnicos como políticos municipales coinciden en la idea de que, aprovechando los proyectos de más envergadura que han sido presentados este jueves, se sustituya la pizarra por un nuevo material, que sería fotocatalítico y de colores.

Las virtudes «fotocatalíticas» consisten, esencialmente, en la capacidad de absorber y fijar parte de la contaminación, como ya se supone que hacen las aceras del Eje Cultural, donde se aplicó esa innovación técnica.
Como referencia de lo que se quiere para el paseo tenemos un segundo ejemplo más reciente, que es el de la reforma en Cardenal González de Mendoza y Avenida del Ejército, recién inaugurada.
Según ha podido saber este diario, se considera que un material similar resultaría adecuado para el bulevar más transitado de la ciudad. También, que se utilicen bloques de diferentes colores, con un diseño que aún está por definir, en un proyecto que también está sin redactar.

Los problemas, y los resbalones, de la pizarra
En estas últimas dos décadas, las opiniones de los urbanistas han variado, a la vista de los hechos. Del empleo generoso de la pizarra para pavimentar espacios públicos se pasó a la creciente desconfianza y, finalmente, al rechazo de esa aparente solución, que en trabajos especializados consultados se califica con optimismo de «antideslizante». En Sevilla, por ejemplo, renegaron del material que ahora parece que al fin se va a desterrar de Guadalajara.
Para el peatón, el mayor inconveniente es el riesgo palpable de resbalón a poco húmeda que este la superficie. También de tropezón, por el fácil deterioro y las oquedades que se van formando.
En el caso de Guadalajara se constató lo complicado que resultaba dotar de una base estable a los cuadrados de pizarra y su encaje entre los marcos de piedra, cuyo diseño hubo que variar con urgencia en algunos de los tramos del paseo para que los problemas de inesperados levantamientos no fueran incluso mayores de los que ya se observaban desde el principio.
Desde entonces, las quejas y las reparaciones se han sucedido. La solución final ya se conoce, aunque aún no se pueda decir concretamente cuándo se aplicará. La decisión, al menos, sí está tomada.

