Sin necesidad de tener instalada en los alrededores una granja porcina, la ciudad de Guadalajara se ha visto inundada este mediodía por un pestilente olor a purines.
Aún no hay una explicación oficial al fenómeno, que ha alcanzado por igual a toda la capital alcarreña y a sus sorprendidos habitantes.
Cuando sea posible resolver el enigma del origen de esa pestilencia, lo compartiremos con los lectores de LA CRÓNICA.
