Hay que salvar muchas distancias para poder comparar a Ana Guarinos con Greta Garbo, pero el encuentro interestelar entre estas dos mujeres es posible con un poco de cultura cinéfila.
La Garbo, esa diosa nórdica que ya enamoró a los espectadores cuando el cine era mudo, sobrevivió sin salirse del guion al siempre difícil empeño que todos sufrimos de abrir la boca sin añorar de inmediato haber permanecido callados.
Greta Lovisa Gustafsson tenía voz y la supo emplear desde la misma fortaleza dramática en el cine sonoro.
Seguía atrayendo, sobre todo, por la expresión de su rostro, una forma irrepetible de llenar la pantalla con la misma poderosa solemnidad que atribuían a Sarah Bernhardt sobre los escenarios.
Ana Guarinos es diferente, aunque con algo en común.
Cuando la estrella de Hollywood protagonizó en 1930 su primer film sonoro, los publicistas del estudio lo pregonaron al grito de ¡Garbo habla!.
Años más tarde, se hicieron a si mismos un guiño cómplice a propósito de «Ninotchka», una comedia casi naïf del siempre corrosivo Ernst Lubitsch, en la que la sueca ejercía de rígida rusa soviética a la que el capitalismo transformaba en otra mujer bien distinta.
Era 1939, el mundo estaba incluso peor que ahora y, pese a todo, tenían ganas de hacer comedia de lo que ocurría:
«Garbo ríe», proclamaron los periódicos de medio mundo, atónitos ante las carcajadas de la hasta entonces conocida como «la mujer que no ríe».
Fue en junio de 2023 cuando el acuerdo de PP con Vox permitió que 4+9=13 fuese la nueva aritmética municipal de Guadalajara para sustituir a la de 10+3 del PSOE con Ciudadanos que hizo alcalde a Alberto Rojo o a la operación similar que aquel difunto partido aceptó para mantener a Román (11+2) en la Alcaldía. Una candidatura la más reciente que no estaba pergeñada para ganar, pero ganó aun sin haber ganado. A su frente estaba, y sigue estando, Ana Guarinos.
Desde entonces, los mayores esfuerzos respecto a la alcaldesa en ejercicio están siendo desde su círculo más cercano facilitarle ocasiones para sonreír y abrazar. Y por cada abrazo, una foto. Nada diferente de lo habitual en el mundo de la política, tampoco nos espantemos.
Hasta ahora, los biógrafos que aún no tiene han podido seguir a la molinesa desde sus inicios como concejala en la capital del Señorío –hace de eso ya un cuarto de siglo– para luego presidir «su» partido en la provincia, presidir y vicepresidir la Diputación de Guadalajara con Latre, vicepresidir las Cortes de Castilla-La Mancha con Bellido y presidir, porque Alcaldesa-Presidenta es literalmente su título oficial, el Ayuntamiento de Guadalajara.
En esa evolución, los espectadores de ese espectáculo menor que es la política local han podido verla hablar y, luego, también reír. ¿Con el mismo garbo de la Garbo? Eso, que lo juzgue cada cual.
A lo que no se dedicó nunca Greta Garbo, puesto que aún no existía tal dislate, es a bailar zumba y sus derivados: eso se inventó en 1990… el mismo año en que, por cierto, la actriz fallecía después de décadas alejada de este mundo cruel.
Guarinos baila. Se la pudo ver de esa guisa, eximida de usar ropa deportiva, este sábado, 7 de junio de 2025, en la plaza de Santo Domingo de Guadalajara.
¿Seguirá bailando más allá de mayo de 2027 gracias a la estrategia en curso? Eso es lo que se preguntan muchos, cada vez más, tanto los que la aprecian como los que no.
También, o sobre todo, los que añoran, visto lo visto, el cine mudo. Por los unos. Y por los otros.
Por eso, ya me callo.