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28 marzo 2024
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AUGUSTO GONZÁLEZ PRADILLO / Carmelo García y la virtud de las formas amables

No es lobo ni cordero. Ni lobo con piel de cordero. Es, esencialmente, un tipo inusual este Carmelo García al que le debe Guadalajara mucho más que el sueldo que cada mes le abona la Universidad.

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Al hilo de los tiempos, uno creería que la vía más directa para hacerse un hueco en la Historia es el sopapo con testigos (cf. Will Smith et.al), el asesinato indiscriminado de civiles (cf. Putin, Vladimir; Hitler, Adolf et.al) o la siempre fértil ebullición de dialéctica con o sin neuronas que supone Twitter.

Y sin embargo, la retórica de la violencia, en sus diversas formas, no es en absoluto el camino que ha seguido uno de nuestros convecinos más ilustres y más discretos. Tan discreto, que para glosar a Carmelo García hay que aclararle primero al personal unos cuantos conceptos:

1.- Se puede ser alcarreño sin entrar en la disputa de en qué casilla se encuadra el que vive en Cabanillas del Campo, trabaja en Guadalajara, depende de Alcalá de Henares y se las tiene más de una vez con alguien en Toledo. Sin olvidar, por cierto, los orígenes en ese Cogolludo que está a medio camino de la Campiña, la Serranía y de la ignota cuna de Colón, con las supuestas mazorcas orlando el palacio ducal desde antes del descubrimiento de América para los europeos.

2.- Acaba de ser renovado Carmelo García como vicerrector de la Universidad de Alcalá para el campus de Guadalajara por el también renovado rector José Vicente Saz, con el que comparte desvelos y buenas maneras.

3.- Es economista de profesión y de docencia, pese a lo cual quien le trata no se ve impelido a sentir vergüenza por ser un simple mortal ni a postrarse de hinojos ante él, ya que este profesor de «Métodos Cuantitativos para la Economía y la Empresa» pontifica menos que el Paco Papa del Vaticano al cual, aun con todo, respeta. Y cuando no puede, calla.

4.- No es lobo ni cordero. Ni lobo con piel de cordero. Es, esencialmente, un tipo inusual este Carmelo García al que le debe Guadalajara mucho más que el sueldo que cada mes le abona la Universidad. Hasta en las cosas culturales muñidas por Juan Garrido ha andado metido, como si le sobrara tiempo.

5.- Y como punto final, volviendo hasta el principio, recordemos que en los años que tiene por delante habrá de ocuparse en que el nuevo Campus de Guadalajara sea una realidad que no abochorne más a nadie (dos décadas de incumplimientos políticos nos contemplan), sino que sirva de orgullo a sus paisanos y de utilidad a varios miles de estudiantes cada curso, tanto si van a clase como si se revuelcan bajo los árboles del parque del Coquín. No será fácil, porque no lo está siendo, pero habrá que encomendarse a sus buenos oficios.

Luego, cuando todo culmine, serán otros los que inauguren. Y eso estará bien, porque podrá ser el mismo Carmelo García, el de la discreción elevada al rango de virtud, quien disfrute del momento y del trabajo consumado y consumido, desde una esquina de la foto.

La Historia, incluso la que se escribe con mayúsculas en ciudades minúsculas y a veces misérrimas como esta Guadalajara de los traspiés y las envidias, no se forja a la luz sino en la sombra. No está mal que así sea… ni que, en días como hoy, se reconozca.

Sin gritar ni ofender, sin forzar situaciones, sin esgrimir ofensas. Como si este mundo fuera otro y menos lamentable. Para algunos, por su forma de hacer, hasta parece probable.

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