La cera de los cirios y velones de los penitentes ha sido, desde hace muchos años, un problema para alguna de las calles de Guadalajara, cada Semana Santa.
Los pegotes en el suelo tras el paso de las cofradías nunca supusieron un dolor de cabeza para el Ayuntamiento de antaño. Así fue hasta que la capital alcarreña se convirtió en un muestrario de granitos orensanos. Lo que se quitaba fácilmente del asfalto de la Carrera pasaba a ser toda una penitencia sobre la piedra de la Calle Mayor.
Para este año, la Concejalía de Servicios Públicos Municipales llegó a presentar a mediados de marzo un plan específico para garantizar la limpieza antes y después de las procesiones.
La gran novedad de 2024 era un nuevo producto, para aplicar sobre los recorridos de las procesiones y así evitar que la cera se quede pegada en el suelo. “Se trata de un producto que crea una película haciendo que la superficie tratada se convierta en antiadherente a las ceras, tanto sintéticas como naturales”, detallaba el concejal responsable, quien además subrayaba que “se trata de un producto biodegradable de fácil eliminación, no generando residuos en su eliminación”.
Para completar el proceso, con posterioridad a las procesiones se iba a realizar una limpieza de los distintos recorridos con un equipo formado por maquinaria de agua a presión y dos operarios.
Y entre todo esto, como ya es sabido, llegó la lluvia y lo trastocó todo.
Aun así, es posible encontrar cera en las calles de Guadalajara. Concretamente, y para mayor facilidad, frente al propio Ayuntamiento, que es donde se ha tomado la fotografía que ilustra este comentario.
Para el año que viene habrá que desear menos lluvia durante la Semana Santa, para empezar. Y ninguna cera de recuerdo, para terminar.