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27 noviembre 2025
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AUGUSTO GONZÁLEZ PRADILLO / La verdad está en los bares

Desengañémonos: Hay mucha más verdad en cualquier bar, a cualquier hora, que en cualquier momento en "X", Facebook o TikTok.

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Para la buena salud profesional de los periodistas siempre se recetó un remedio que decían era infalible: pisar la calle. En realidad, los que practicaron este oficio en los últimos dos siglos siempre entendieron que aquello se refería a frecuentar bares, tabernas, pubs y cualquier otro garito donde se reunieran bípedos implumes en torno a un vaso y una conversación.

Los bares han salvado a los periodistas de varias generaciones de lo inclemente de transitar las calles, donde sólo especímenes como El Paseante de LA CRÓNICA son capaces de encontrar algo interesante que llevarse a la tecla con solo deambular.

A base de escuchar en la barra de los bares es más probable acercarse a la verdad que si uno recurre a Gemini, Chat GPT o cualquier otra forma de inteligencia, artificial o de la otra.

«Lo importante es que no metan mano», sentencia un parroquiano, que no alude a nada sexual ni a sus compañeros de trabajo, sino a que los políticos dejen de llevarse lo que no es suyo. Ese es, en España y ahora, el nivel de la exigencia al que hemos llegado.

«En mi pueblo se vive bien en agosto, no hay tantos veraneantes», sostiene otro, recién llegado. Lo cual acredita que con la plaga de los madrileños, como con cualquier otra peste, ocurre que siempre la sufren los demás, aunque nosotros nos condolamos.

Mientras, el camarero calla, porque es veterano y sabe que sólo debe hablar cuando no hay riesgo de conflicto con el cliente. Pura terapia para el personal. Sabia costumbre para el negocio.

A ciertas edades, a los periodistas en ejercicio apenas les queda la esperanza de llegar a la jubilación o al descanso eterno antes de que el oficio muera. Porque morirá y otros llegarán a verlo.

Entre los que parecen condenados a ser testigos de la defunción del periodismo ocupan la primera fila del campo de batalla los que ya no frecuentan los bares, atrapados como están en el copy/paste intensivo de notas de prensa con el que satisfacer por igual a la institución que les paga como al SEO que los esclaviza.

Más allá campan unas redes sociales en las que conviven los cerdos pacíficos que hozan en la mierda que otros han dejado y los jabalíes dispuestos a rajar con sus colmillos a cualquiera que se les enfrente. Poca más variedad zoológica se encuentra allí entre lo que más resuena.

Desengañémonos: Hay mucha más verdad en cualquier bar, a cualquier hora, que en cualquier momento en «X», Facebook o TikTok.

Y, además, el bar no te reseca la garganta como ocurre cuando lees los mensajes de tanto gañán inasequible al desaliento.

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