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23 marzo 2024
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El agua del Tajo está igual con la central nuclear de Trillo que sin ella

Tras 17 años de análisis, la calidad de las aguas del río Tajo "no resultaba afectada como consecuencia de las aguas vertidas provenientes de la central nuclear" de Trillo sino que "se mantenía dentro de los parámetros marcados por la legislación europea, por lo que su uso era adecuado para actividades relacionadas con la agricultura y la ganadería", se afirma en este estudio.

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Una tesis doctoral de la Universidad de Córdoba, que ha empleado datos recogidos durante 17 años, ha confirmado que el uso del agua del Tajo para refrigerar la central nuclear de Trillo y su posterior vertido al cauce «no afectaron a la calidad del ecosistema acuático de la zona» a lo largo del amplio periodo estudiado, que coincide con las primeras décadas de funcionamiento.

Como es sabido, las centrales nucleares necesitan agua para su funcionamiento, de ahí que se construyan cerca de ríos, lagos, embalses o a la orilla del mar. Estas instalaciones requieren del agua para enfriar el vapor encargado de mover las turbinas que producen electricidad. Posteriormente, ese aporte de agua se devuelve al ecosistema acuático en un punto de vertido diferente al de la captación.

Para conocer el impacto del funcionamiento de la central en el ecosistema de su entorno, se realizan controles a través de programas de vigilancia ambiental que desarrollan empresas bajo la supervisión del Consejo de Seguridad Nuclear.

Una tesis defendida por la doctora Rosa Argüelles Sánchez, del grupo de investigación de la Universidad de Córdoba ‘Bioingeniería de residuos, Ingeniería verde (RNM-271)’ y dirigida por María de los Ángeles Martín Santos, catedrática de Ingeniería Química de la misma Universidad, y por el investigador Manuel Toledo Padrón, ha integrado varios de esos indicadores medioambientales para evaluar el impacto que las centrales nucleares producen sobre los ecosistemas acuáticos, tomando como objeto de estudio la nuclear alcarreña.

«Alta resiliencia» del río Tajo incluso a las obras

A lo largo de 17 años, de 1992 a 2008, se recogieron muestras de agua, sedimentos, algas y peces de cuatro puntos diferentes del río situados tanto aguas arriba de la instalación nuclear como aguas abajo, incluyendo un punto, a diferentes profundidades, situado en el embalse de Entrepeñas.

Con objeto de evaluar la calidad, de cada una de las muestras se analizaron tanto factores físicos (como el pH o la temperatura), como químicos, incluyendo, por un lado, metales como el hierro o el aluminio; y por otro lado, radionucleidos como el estroncio, el cobalto o el tritio, entre otros.

Los resultados han demostrado, como afirma Martín Santos, que la calidad de las aguas del río Tajo «no resultaba afectada como consecuencia de las aguas vertidas provenientes de la central nuclear», sino que «se mantenía dentro de los parámetros marcados por la legislación europea, por lo que su uso era adecuado para actividades relacionadas con la agricultura y la ganadería«.

Variaciones del caudal

Para la realización del trabajo, también se han tenido en cuenta, además de la actividad de la central nuclear, otro tipo de perturbaciones, como pueden ser las variaciones de caudal del río durante períodos de sequía o de avenidas de caudal. Además, cabe tener en cuenta los vertidos procedentes de actividades relacionadas con el ser humano. En este sentido, se ha determinado que «unas obras efectuadas en el cauce del río afectaron de forma notable al funcionamiento del ecosistema fluvial», afirma Martín Santos.

Todos estos aspectos muestran que el río posee una buena resiliencia, es decir, muestra una buena capacidad para adaptarse a las perturbaciones identificadas y poder recuperar sus condiciones habituales tras la ocurrencia de las mismas.

Es conveniente anotar que la tesis ha contado con la colaboración de la empresa Proinsa, de los laboratorios del Cedex, Geocisa, Nuclenor, Medidas Ambientales, SL, de la Confederación Hidrográfica del Tajo, de la Aemet y del Consejo de Seguridad Nuclear. Además, parte de este trabajo, ha sido publicado en un artículo de investigación en la revista ‘Chemosphere’.

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