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3 mayo 2024
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MADRID-BÉZIERS en AVE: Razones para un viaje… y para dormir en la cárcel

Béziers es una ciudad ideal para pasearla, cuando te encaramas a ella. Hasta que llega ese momento, desde la distancia, el conjunto que se asoma al río Orb te va anunciando alguna de las maravillas que te aguardan. Las mismas que te contamos en este reportaje de LA CRÓNICA.

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Si en España preguntas por Béziers, las respuestas suelen venir acompañadas por un largo silencio. Cuando al que le inquieres es aficionado a los toros, puede que sepa que allí nació, hace 40 años, el diestro Sebastián Castella. Y si el interlocutor es ducho en historias de la Historia, tal vez lo relacione con los cátaros y los tres siglos en que fueron perseguidos. En otras ciudades más perseguidos que aquí, todo sea dicho.

Los abajo firmantes pueden atestiguar que durante su reciente estancia en la ciudad no asomó por ningún lado la tauromaquia ni tampoco la herejía medieval, por la que tanta sangre se derramó. Sí se pudo palpar, en las conversaciones y hasta en las miradas, el fondo brioso de los biterrois, gente bragada y alegre, siempre encaramados a la atalaya de la Acropole que, por esas ventajas de la tecnología, ahora se corona sin más esfuerzo que subirse a un ascensor. Y tienen dos… o 218 escalones, que es la alternativa.

Béziers se refleja en las aguas del Orb y en los atardeceres de este cielo, que casi huele a Mediterráneo. Entre lo uno y lo otro hay mucho que ver y que vivir, como el lector de LA CRÓNICA puede comprobar en el siguiente reportaje.

Texto y fotos: Augusto González Pradillo y María Alonso


Atardecer desde Béziers, con el río Orb y el puente medieval al fondo. (Foto: María Alonso / La Crónic@)
Atardecer desde Béziers, con el río Orb y el puente medieval al fondo. (Foto: María Alonso / La Crónic@)

1.- Béziers es una ciudad desde la que acariciar el cielo

Dicen de Béziers que es la ciudad más antigua de Francia. Al margen de esa siempre conflictiva contabilidad, lo que nadie duda es que bien puede ser una de las más peculiares.

A eso contribuyen los 42 metros de desnivel, casi vertical, desde el cauce del río a la explanada de la catedral.


2.- El Pont Vieux revive, diferente, a cada hora del día

El Puente Viejo de Béziers está como nuevo, relimpio y reluciente, peatonal y esperándote. Hace unos pocos años, se pusieron a la tarea de restaurarlo adecuadamente y lo que les ha quedado es un escenario maravilloso para los selfies y la entrada natural a la ciudad para quienes, como nosotros, somos viajeros de paso. Para los propios hay tres puentes más sobre el Orb: el Puente Nuevo, para el tráfico; el del ferrocarril, para los trenes… y el Pont Canal para hacer pasar el agua por encima y por debajo. Consecuencias del Canal du Midi, que tenía y aún tiene esas cosas, como veremos…


3.- El casco antiguo de Béziers atrae como un imán, desde hace siglos

Nunca insistiremos lo bastante en que esta es una ciudad ideal para pasearla, cuando te encaramas a ella. Hasta que llega ese momento, desde la distancia, el conjunto que se asoma al río te va anunciando alguna de las maravillas que te aguardan. Si es en coche, Béziers incluso se viste de activa capital de la comarca y te regala, es un decir, algún pequeño atasco vespertino en el acceso por la Route d’Espagne. Ni es mucha la retención ni siquiera molesta, porque te permite atisbar la piedra bajo el cielo. No mentimos. Las fotos no engañan.


4.- Una ciudad para andarla

El viajero atento intuye vieiras por aquí y por allá mientras va dejando sus huellas, mucho más efímeras, por Béziers. Son, en efecto, conchas de peregrino las que se ven y que completan, por ejemplo, las barandillas del sendero urbano hacia la cúspide de la ciudad. Luego, al paso, van saliendo bronces en el suelo, con una inscripción en la lengua del país: lo camin romieu. Estamos entre Roma y Compostela, en el camino.

Junto con eso, los andariegos locales aprovechan un trecho de lo más ameno, entre las esclusas del Canal del Midi y el centro histórico, un amplio y frondoso camino que se cubre en menos de una hora incluso atendiendo las innumerables paradas para fotografíar todo cuanto nos sorprende.


5.- … y unos alrededores para caminarlos, también

A golpe de zapatilla y calcetín o pedaladas mediante, lo cierto es que toda esta región ha cobrado fama creciente entre senderistas y ciclistas. Como tampoco esperamos que nos creas ciegamente, mejor que te descargues desde aquí el folleto específico con toda la información.


6.- Casas nobles, casas humildes

¿Tiene algún sentido alegrarse de ver casas habitadas, con sábanas que se descuelgan hacia los arabescos, un tanto corroídos por el tiempo, de un frontispicio señorial? Después de haber recorrido tantas ciudades vacías como un cascarón, sólo fachadas para el turista e inhóspitas para sus huidos habitantes, sentir que en Béziers hay vida también recompensa al paseante. No hace falta pararse a cervecear en la Plaza del Forum para sentirlo y comprobarlo, a la vera del Ayuntamiento, pero tampoco hay que descartarlo. El renovado foro ocupa el mismo lugar donde estuvo el de los romanos, pero al estilo del siglo XVIII. Por aquí hay comercio local, pequeño y variado, aunque seguro que a muchos biterrois lo que más les gusta es deambular por el Polygone, la gran superficie levantada al gusto contemporáneo, a escasos metros de la estación del tren. Uno se malicia que, andando pocos años, el centro de Béziers se va a ir llenando de nuevos pobladores, sean artistas bohemios o bohemios con menos arte. Por de pronto, ya lo han hecho extramuros, en el río, con el antiguo molino de Bagnols. Lo dicho: ya van llegando.


7.- Dos amantes nos miran en la Catedral, entre muchas historias

Entre los muchos capiteles que jalonan los arcos de la catedral de Béziers hay un hombre y una mujer que nos miran mientras se abrazan. ¿Les molesta la intromisión? ¿Se sonríen desde la altura? Ahí están, en su amor congelado desde hace siglos, cómplices de sí mismos en este recinto sagrado.

Lo pasan mejor, desde su silencio, que aquellos cientos de hijos de Béziers cuyos nombres y apellidos se aprietan en una capilla, muertos todos en las trincheras de la I Guerra Mundial, aquella masacre. Ya por entonces existía el gran órgano a los pies del templo y quizá se usara para aquellos tristes funerales.

Los más poéticos de por aquí aseguran que la catedral ruge en los días de tramontana o de mistral. Según el viento, así el aullido. Habrá que creerlo, porque en estos días plácidos no ha soplado por aquí ni un poco de viento.

El aire, eso sí, está lleno de recuerdos.


8.- Comer y beber con los ojos bien abiertos

Andará el lector impaciente por descubrir qué interés tiene viajar hasta Béziers para dormir en una cárcel. Todo llegará. Por ahora, anticipemos que se puede comer o cenar con todo lujo a los pies de La Prison, que es como se llama el establecimiento. Para tal fin, acaban de abrir un restaurante de estilo funcional, con vistas panorámicas impresionantes y una notable carta en la que cabe desde una anguila ahumada a unas codornices presentadas de tal modo que hacen muy placentero el pecado de la gula.

Más allá ni faltan bistrots ni terrazas. Hambre por aquí no se pasa.


9.- Esclusas sin excusas

Hablando de comer, sepa el lector que el 9 es el número obligado para llegar a una de las cuestiones fundamentales en Béziers. Por eso es el noveno punto de esta entrega y también es el nombre, Le 9, del restaurante que da reposo y alimento al que se asoma hasta las 9 esclusas de Fonseranes, cita obligada. Siempre el 9….

Saciado el hambre y con apetito de ver más y conocerlo todo, ya es más fácil hacerse una idea cabal de la importancia del Canal du Midi, que aquí tiene su máxima expresión.

Es la principal referencia turística de toda la comarca. Por su propia entidad, es mejor que cada uno se documente en profundidad según sus gustos y aficiones personales, pero bien podemos apuntar algunas de las cuestiones más destacadas:

• Es Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO desde 1996.

• Más de 10.000 barcos aún atraviesan sus esclusas cada año, entre marzo y finales de octubre.

• Para construirlo trabajaron 11.400 hombres y 600 mujeres durante 14 años, entre 1667 y 1681. Para asegurarse el personal durante todo el año y que no «desertaran» para la siembra o las cosechas, se pagaron salarios inusitadamente altos para la época.

• Su impulsor, Riquet, murió en 1680, un año antes de la finalización del proyecto.

• Desde 1856, con los 193 kilómetros que siguen el curso del Garona entre Toulouse y Burdeos, el Mediterráneo y el Atlántico quedaron unidos para siempre por este canal.

• Las últimas barcazas de carga comercial pasaron por aquí en 1990.

• Como apuntábamos en el punto 2, el Pont Canal pasa las embarcaciones por encima del río Orb desde 1858, a doce metros de altura. Era la mejor manera de evitar los problemas que para la navegación causaban hasta entonces la crecidas del río. Las vistas de la ciudad desde allí son, además, impresionantes.

• Hay un centro de interpretación abierto todo el año que despeja todas las dudas y que ofrece un espectáculo multimedia didáctico y muy divertido. Tan inmersivo que temerás mojarte o marearte (pero poco, que nadie tema).

• Obviamente, los cruceros y paseos en barco están a tu alcance, desde 12 euros por adulto. Es una atracción de lo más concurrida.


10.- Flores y piedras

Entre tanto turismo acelerado, alegra el día poder mirar y conseguir ver: ahí está, evocado en una sola imagen, lo que puede llegar a ser Béziers para quien acepte transitarla y, obviamente disfrutarla. La naturaleza está dentro y fuera, arriba y abajo, por todos lados sin por ello evitarse ser una urbe con raíces griegas y romanas, medieval hasta la médula, republicana irrenunciable, burguesa y un punto cosmopolita por su dedicación continua al comercio sin fronteras.

En esas tímidas flores, tan frágiles como espontáneas, frente al contrapunto de la pared de piedra, hay mucho que escuchar, si se sabe oír.


11.- La felicidad del día

Hay en Béziers una asociación llamada Ronron du Bonheur, dedicada a los gatos y que hará las delicias de muchos lectores de LA CRÓNICA, con sólo asomarse a su perfil de Facebook. Bonheur-du-jour era, en la Francia rococó, un escritorio, especialmente orientado a su uso por las damas de la alta sociedad, con sus cajones secretos y sus muchos dorados entre maderas tropicales, ideal para ocultar a buen recaudo las cartas de y hacia sus amantes. Actualmente, La Maison du Bonheur es un restaurante biterrois bien puntuado en las redes sociales. ¿A qué aludirá el letrero de la fotografía? Herrumbroso superviviente, se nos presenta por sorpresa en nuestro callejeo. La felicidad del día puede llegar de cualquier modo, casi siempre inesperado. Incluso sin letrero que nos la anuncie.


12.- Mensajes misteriosos para «flâneurs» atentos

Juraremos por lo más sagrado que el mensaje en espiral existe realmente, que está en el adoquinado de una calle del centro de Béziers y que tiene su sentido. Dejaremos al lector que se retuerza el cuello para leerlo y traducirlo, por darle más emoción a la cosa. También podrá entretener el paseo con las dobles rotulaciones de las calles o incluso atreviéndose a montar en el tiovivo local y localista. Béziers es la tentación, según promociona un cartel. Y lo es en sus más variadas formas.


13.- Plazas y calles tranquilas a tu encuentro

Béziers es cosa seria, digna de respeto por mucho de lo que llevamos visto y de lo que nos queda por descubrir. Por ejemplo, el sentido de su Plaza de la Revolución, que es un remanso de paz que no hace alusión a la escabechina iniciada en 1789 sino a la rebelión de los biterrois contra Luis-Napoleón Bonaparte, allá por 1852. Porque en esta ciudad, el ser republicano y defenderlo forma parte de la esencia de quienes parecen llevar en los genes el amor a la libertad y la pasión por el terruño.

La fuente de la plaza se la llevaron hasta aquí desde el claustro de la catedral y aquí se quedó, para los restos.

Y a partir de este punto, lo mejor es andar o mejor aún, deambular. Ejercer de flâneur, uno de los inventos franceses más dignos de aprecio. Por encima del croissant (que, no nos engañemos, nació en Viena).


14.- ¿Dónde dormir? En la prisión

Y llegamos, al fin, a lo más esperado por muchos lectores de esta reseña de un viaje a Béziers en los días que corren. Ha sido necesario para llegar a este momento subir a la ciudad antigua (punto 1) y plantarnos a la sombra de la catedral (punto 7) de modo que podamos entrar con todos los honores en la prisión. Más exactamente, en la antigua prisión, ya que desde hace años los reclusos de la comarca están internos en nuevo centro penitenciario.

La cárcel de Béziers es un gran edificio, clásico en su diseño carcelario y de enormes dimesiones. Han sido necesarios 8 millones de euros para reformarlo de arriba a abajo y convertirlo en un confortable hotel, con un diseño muy cuidado. El conjunto no deja indiferente, como se comprueba en nuestra galería gráfica.

Las habitaciones se basan en las antiguas celdas surgidas en 1867. No obstante, según sean las características de los nuevos dormitorios, ocupan en realidad dos o más de las viejas «celulles». Las más ajustadas al carácter originario guardan su suelo de cemento, las paredes pintadas por los reclusos y los altos techos abovedados, donde retumban las conversaciones en 12 metros cuadrados. De este modo, no extraña que los aseos sean más amplios que el espacio para dormir. Como hay 50 habitaciones de varias tipologías y de distintos precios, alguna de hasta 60 metros cuadrados, lo mejor es preguntar al personal de recepción antes de reservar, para ajustarlo todo lo más exactamente posible a los gustos de cada cual. Son absolutamente amables y, según podemos atestiguar, atienden en un español casi perfecto si el cliente lo requiere.


15.- Orb, el río

Béziers es la cabecera del departamento de Herault y si hay algún río que lo identifique es, precisamente, el Orb. A la altura en la que nos movemos, discurre plácidamente, casi acabados los 145 kilómetros de su recorrido, desde que nace en el Macizo Central. Es amplio, sereno y, sobre todo, hermoso.


16.- Toros con vino

Por este sur de Francia hay una notable afición a los toros que viene de lejos y que convive con el creciente animalismo, compartiendo espacio físico. ¿Hacia dónde irá la historia de esta tradición? Nadie lo sabe. En Aviñón, por ejemplo, la última corrida de toros se celebró en 1948 y nunca más volvieron a sonar clarines y timbales, a pesar de que siempre fuera aquella una ciudad taurómaca.

En Béziers, hoy por hoy, la Feria de Agosto es uno de los momentos más animados del año. Hasta vinos se embotellan con este motivo.

Aquí nació Sebastián Castella hace 40 años y todavía brilla en el escalafón. En 1990, también aquí, Julio Robles fue fatalmente cogido, quedando tetrapléjico. Trasladado en helicóptero a Montpellier, los daños en la columna eran ya irreversibles. Cara y cruz, el brillo y la tragedia que algunos aún recuerdan cuando pasan por delante de las Arènes de Béziers


17.- Trampantojos muy reales y con historia

Justo al lado de la Plaza de la Revolución nos observan, muy atentos, dos decimonónicos caballeros. Uno de ellos es el autor del busto de la célebre Marianne, representación de la República con rostro de mujer y cuya presencia es preceptiva en todos los ayuntamientos de Francia.

Con ese trampantojo, tan cuidado y hermoso, nos conformaríamos, pero es que en Béziers hay nada menos que 16, que conforman una ruta turística muy bien explicada en la web oficial.

En la Plaza Lavabre se asoma, con su aire de galán de cine, Jean Moulin, uno de los miembros de la Resistencia más famosos y reconocibles. Nació aquí y sus cenizas están, desde 1964, en el Panteón de París.


18.- El recuerdo de los «troubadours»

Quien recuerda a quien le canta merece un respeto y, sobre todo, confianza. Es lo que ocurre en Béziers, con sus trovadores provenzales. Cuando lees la más que centenaria inscripción que los glosa sobre el mármol, el más auténtico de los feminismos posibles te sacude el espinazo al ver que encabeza la relación una mujer, Azalaís. Hermosos tiempos, duros tiempos aquellos. En cualquier caso, bien cantados. Quien quiera profundizar algo más en este curioso hecho, que rompe más de un esquema, tiene para leerlo hasta en la inevitable Wikipedia.


19.- Un héroe local

Desde 1838 permanece la estatua en su pedestal, sin que nadie se haya planteado siquiera apearle de tan honroso lugar. No es para menos, porque se trata de Paul Riquet, el gran prohombre de Béziers. Y eso es algo fuera de toda duda.

Nacido en 1609 era más que maduro el barón de Bonrepos (¡bendito nombre!) cuando acometió el proyecto de crear un gran canal que facilitara el comercio desde el interior de Francia a las costas mediterráneas. Se trataba de abrir fronteras y, sobre todo, de tener alternativas para no pagar obligatoriamente los gravosos impuestos que la corona española exigía cuando el trayecto pasaba por el Estrecho de Gibraltar y los puertos peninsulares.

Lo consiguió Riquet y se lo agradecieron, aunque el ferrocarril terminase antes de lo imaginado por hacer inútil el transporte en barcazas. Ahora, cicloturistas y senderistas se lo tendrían que agradecer efusivamente. Aunque muchos no lo sepan y no vengan aquí en peregrinación, que deberían…


20.- Un gran paseo para ver y que te vean (anónimamente)

La versión biterrense de las Ramblas barcelonesas goza de una anchura, longitud y amenidad que no tiene mucho que envidiar al paseo de la capital catalana, que en lengua occitana aquí se denominaría «passejada». Arranca con el Teatro y termina más allá de donde alcanza la mirada, porque son 400 metros entre haussmanianos edificios al gusto del París más esplendoroso. Los viernes, además, hay mercado de flores.


21.- La Gare, a un paso de todo en Béziers

Y acabamos por donde empezamos, que es (o fue) en la estación del tren de alta velocidad, esa que a su vez te conduce si quieres a infinidad de ciudades de esta amplia y no siempre bien conocida región, gracias a la surtida red de ferrocarriles regionales. A tu ritmo y a buen paso.

Es la consecuencia natural de haber optado por la más reciente opción de Renfe, que este verano inauguraba su línea internacional de alta velocidad sobre suelo francés. Los destinos desde Madrid son numerosos y de lo más sugerentes y Béziers es uno de ellos. El viaje desde la capital (o desde Guadalajara o Zaragoza, también) es cómodo y acercarse a Béziers en este medio de transporte es casi irresistible.

El sur de Francia pasa a ser una inteligente tentación para fines de semana, puentes y escapadas, solo o en pareja. Las frecuentes ofertas que Renfe pone en circulación ayudan, además, a decidirse.

Y cuando vas a entrar al andén aún echas una fugaz mirada hacia atrás, buscando una ciudad que ahora, además, está en tu recuerdo.


Viajes interiores en tren

Uno de los atractivos de llegar a Occitania en tren es poder seguir recorriendo toda la región con este mismo sistema de transporte y a un precio insuperable. El Occitanie Rail Tour Pass te permite viajes ilimitados por sólo 10 euros al día, entre 2 y 6 días consecutivos. La trama ferroviaria te lleva prácticamente a cualquier lugar que elijas, como se puede comprobar en el mapa adjunto: