El Parque de La Concordia ha sido este sábado escenario del XXI Encuentro Nacional de Encajeras de Bolillos ‘Ciudad de Guadalajara’, una cita ya tradicional en el calendario de eventos de la capital alcarreña, que ha reunido a más de 300 participantes llegadas desde distintos puntos de la geografía española, como Castilla y León, Comunidad Valenciana, Cataluña o Madrid.
Organizado por la Asociación Cultural del Alamín y la Asociación de Vecinos Miguel Hernández –ambas del barrio del Alamín–, con la colaboración del Ayuntamiento de Guadalajara, el encuentro ha llenado de color una mañana dedicada al arte del encaje de bolillos, labor artesanal que sigue viva gracias al entusiasmo de cientos de mujeres que la practican y difunden.
No ha sido solo una muestra del arte del bolillo, sino también un espacio de encuentro intergeneracional. Muchas de las participantes han acudido acompañadas por familiares y amigos, lo que ha contribuido a una masiva afluencia de público y a un ambiente festivo.

En representación del Ayuntamiento de Guadalajara han asistido a la inauguración los concejales Roberto Narro, Begoña García, Eva Henche y José Luis Alguacil. Durante el acto, el concejal de Participación Ciudadana, Roberto Narro, ha dado la bienvenida a las participantes en nombre de la alcaldesa, Ana Guarinos, destacando «el valor de mantener vivas nuestras tradiciones y de reunir a personas de tantos lugares distintos en torno a una actividad que une, relaja y enriquece culturalmente a nuestra ciudad».
¿Cuál es la historia del encaje de bolillos?
El encaje de bolillos es una técnica artesanal textil que consiste en entretejer hilos que se enrollan en bolillos, unos pequeños cilindros de madera. Estos bolillos se manipulan de forma coordinada sobre una almohadilla donde se sujeta un patrón con alfileres, creando intrincados diseños.
Aunque el origen exacto del encaje de bolillos es incierto, se cree que surgió en Europa durante la Edad Media. En España, esta técnica se desarrolló notablemente a partir del siglo XVI, alcanzando su máximo esplendor en los siglos XVII y XVIII. Algunas regiones españolas se convirtieron en centros importantes de producción de encaje, como:
- Almagro (Ciudad Real): Ya en el siglo XVI, las mujeres de Almagro se dedicaban al encaje como medio de vida, tal como lo describe Cervantes en «El Quijote». En el siglo XVIII, la producción de blonda vivió una época de prosperidad en esta localidad.
- Camariñas (Galicia): Esta localidad dio nombre a los encajes de bolillos que se realizaban en toda Galicia, utilizando el abundante hilo de lino de la región. Actualmente, el encaje de Camariñas está experimentando un nuevo auge.
- Cataluña: Se desarrolló una técnica propia llamada «ret fi» o encaje de Arenys, una variante de la blonda realizada en algodón blanco con diseños geométricos o simples, utilizada frecuentemente en la indumentaria religiosa.
- Comunidad Valenciana: Aunque con una tradición menos comercial que otras regiones, el encaje de bolillos se transmitió de madres a hijas para la elaboración de ajuares y pequeños regalos.
