Texto y fotos: Augusto González Pradillo
Llueve. Para muchos, está sucia. A la que te descuidas, te cruzas por la calle con Irene Montero o Alvise Pérez además de otros europarlamentarios menos conocidos, aunque lo normal (si es sábado) es que te des de bruces con la concentración en apoyo a Palestina a las puertas del Parlamento Europeo.
Todo eso y mucho más pasa en la capital de Europa. Lo que queremos aquí es paladear ese otro «mucho mas»…
¿Te mereces que Bruselas te sorprenda?
Los propios habitantes de la ciudad, cuando te cogen confianza, se te reconocen cansados de esa vinculación permanente, la generalizada insistencia de aludir al todo por la parte, como si Bruselas fuera toda la Unión Europea, con sus virtudes y defectos antes que una ciudad que son muchas ciudades en una.
Dicho en gallego: «Se chove, que chova»
A la hora de hacer este reportaje, en los últimos días del mes de agosto de 2025, al periodista le recibió Bruselas con sus mejores galas atmosféricas. Incluida una portentosa tormenta de un cuarto de hora, con la deferencia de haber coincidido con la hora local de la comida (12.30 en adelante, ya saben…) y, en consecuencia, a cubierto.
Los bruselenses hasta tienen una palabra propia para definir esas tormentas copiosas, inesperadas y de poca duración: es la drache, palabra casi de argot bruxelois y de raíz flamenca. Tan asumido lo tienen, por cierto, que el 21 de julio, fiesta nacional, lleva por sobrenombre «la drache nationale». No suelen equivocarse.
Con este preámbulo, ya habrá deducido el lector que hay vida en Bruselas más allá de la Grand Place y un humor local que reconforta.
Y de eso vamos a tratar, simplemente, reubicándonos de primeras un poco más allá de la almendra central, para recordar lo que hay fuera de las grandes avenidas o lejos de las salpicaduras del Maneken-Pis.
Se trata de ver Bruselas con los ojos bien abiertos, después de asumir que la actitud más reconfortante para el turista pasa por convertirse en explorador de lo que tiene por delante, sin prisa ni pausa ni margen para el desaliento.

Para nuestro campamento hemos elegido la frontera, en la capital de una Europa aún sin fronteras, entre dos de sus barrios más característicos: Saint Gilles e Ixelles, la cuna de Audrey Hepburn. Allí hay abundante oferta de nuevos hoteles boutique, a un precio por noche que está en el estándar europeo (aprox. 130 euros), dentro de edificios decimonónicos.

En Bruselas se come bien si eliges bien
Tarea urgente: olvídate desde el primer momento de ceder a la tentación de enguarrinarte el estómago con eso parecido a los gofres que venden cerca de la Grand Place. No lo son. Esa masas con algo encima no tienen nada que ver con los gofres de Bruselas en rivalidad permanente con los de Lieja.
Además, estar en Bruselas y desperdiciar la oportunidad de zambullirte en su amplia oferta culinaria internacional es un delito de lesa gastronomía. Y, por si fuera poco, hay placeres añadidos.
En consecuencia, no se extrañe el lector si se sienta una noche en Tero, cerca de la Avenida Louise, y termina de palique con el dueño, que resulta ser un siciliano (de formas tan contenidas que parecen versallescas) y que te habla en un impecable castellano porque su mujer es asturiana. Antes te has sorprendido con una carta (que cambian cada tres meses) con productos impecables que rebosan sabores sobre el plato, al gusto más contemporáneo.
Sabor más clásico dentro de una presentación también a la moda es lo que te garantizan en Les Brigittines. Su ubicación en pleno Sablon podría equivocar a los más desconfiados: este que les escribe ha podido comprobar que el 99 por ciento de los parroquianos pueden llegar a ser locales. El foráneo lo disfrutó por el continente y por el contenido de un menú degustación que sin hambre puede hacerse inabarcable. Con vinos, ronda los 100 euros.
Son sólo dos ejemplos, porque la panoplia de restaurantes tailandeses, libaneses y más «eses» al antojo de cualquiera satisface todas las curiosidades.






El Palacio de Justicia, siempre inacabado

Cualquiera que haya ido, estado, vuelto a ir y recorrido sin ni siquiera atención algunas veces las calles de Bruselas ha tenido que ver la silueta inconfundible del Palacio de Justicia. Es una mole enorme que, desde las alturas del Boulevard de Waterloo, te saluda con sus andamios.
Tanto los implicados más directamente como los propios bruselenses están convencidos de que el final, esta vez sí, está próximo. El de las obras, decimos…
En la fase actual, a los peatones se les ilustra con paneles que detallan algunos episodios de la historia del Palacio de Justicia, como el intencionado incendio de la cúpula, provocado por el ejército alemán en su retirada hacia el Rhin, en las postrimerías de la II Guerra Mundial. El cuidado que los nazis tuvieron para preservar París no lo aplicaron aquí.
Las obras como filosofía vital
¿Alguien se cree que las brigadas de obreros en las calles, en permanente estado de movilización, son cosa de los países del sur? El que tenga tan equivocada idea puede darse un garbeo por Bruselas, para ilustrarse.
Los responsables de tal barahúnda de chantiers, aquí y allí, se te justifican en inglés diciendo que están renovating for the future. Políglotas que somos.
Lo singular de esta capital es que ante los ojos del fotógrafo, entre la señalización de la obra lo que aparece no es un despojo urbano sino una perfecta fachada modernista. Del Art Nouveau ya hablaremos, y escribiremos, porque siempre está ahí…


¿Hotel? El que elijas, a tu gusto, donde quieras
Ya lo apuntábamos antes: la oferta hotelera –incluso ahora que el vetusto Metropole todavía no ha reabierto– te va a facilitar la elección de un lugar donde reposar, ducharte, dormir y desayunar como paso previo a tus recorridos por Bruselas. Ixelles y Saint Gilles están salpicados de ellos, como el recomendable Made in Louise o el más juguetón Vintage, a cuatro pasos entre ambos. Busca y compara… que algo tendrás que hacer por ti mismo.
En lo que seguro que podemos estar de acuerdo es en no comprender el fundamento estético del antiguo Hilton, presentado ahora con exceso de soberbia como «The Hotel» y que, por su altura y casi omnipresencia, si tiene una función inequívoca es la de referencia continua para el peatón. Ellos, a cambio, promocionan las vistas.



Multicultural no es sólo una palabra
Olvídate de lo que hayas leído y pasea. Punto.
Convivir es posible y Bruselas lo demuestra. Cuando lo compruebes, disfrútalo.


París, en la cercana distancia
¿Echas de menos París? Entonces, vete a París porque aquí no esta tu paraíso. A pesar de la indudable influencia histórica, económica o cultural ejercida desde Francia, en lo arquitectónico el viejo Haussmann sufriría por la escasa presencia del estilo parisien aunque mires hacia las alturas cuando caminas. Bruselas es diferente, con todas sus consecuencias.
Por cierto, Bruselas es un punto de partida excelente para, ya que estamos, asomarse a la Ciudad de la Luz en un tren de alta velocidad, que los hay frecuentes y por alrededor de 100 euros. El Eurostar cubre el trayecto en hora y media. Y si no puedes resistir a darte un garbeo por Londres, el precio es similar para un trayecto de dos horas.

Andar… o moverte en tram y Metro
Si, con buen criterio, decides permanecer en la ciudad, siempre es interesante tener presente que puedes pagar con tu tarjeta cuando subes o hacerlo con mejores condiciones si usas la Brussels Card. Al igual que en otras capitales europeas, comprarla es un acierto, puesto que te franquea el paso a medio centenar de museos y te abarata el Atomium (cuya visita, sin ella, cuesta 16 euros).

Una noria más tranquila que la de Londres
Desde hace unos años, en Bruselas hay una gran noria. No es el London Eye, ni falta que le hace… porque aquí no hay que hacer colas para subirse y girar, girar y girar. Es una bella estampa desde abajo y, con algo más de vértigo, desde arriba. Es la Grande Roue de la Place Poelaert y el viaje cuesta 10 euros.


Respeto por los caídos
Bélgica puede que sea un país inventado por otras naciones para notocarse demasiado entre sí. Si esa fue la pretensión, la de que Francia y Alemania no colisionaran, el resultado tras dos guerras mundiales salta a la vista.
Hay una verdad de Perogrullo: los belgas se sienten belgas, incluso a pesar del contencioso eterno entre valones y flamencos. Les une su historia y sus muertos. A ellos le dedicaron un bello monumento que merece siquiera un momento de atención.


Surrealismo eres tú, Bruselas
No es una alucinación sino un ejemplo, en las alturas de un edificio, del fino sentido que los bruselenses han desarrollado para sobrevivir a sus cosas y regalarnos a los demás algunos espectáculos como este.
Para que no tengas que acudir a la IA te lo aclaremos por aquí:
Esta escultura se llama, apropiadamente, «En la nube». Es del artista belga Luk Van Soom, preside el tejado de una antigua fábrica de café ubicada en la Rue Haute (ahora Espace Jacqmotte, para otros negocios) y sorprende al que sabe mirar con atención desde el 28 de abril de 2021.

Sotanas entre iglesias desacralizadas
Bélgica es un país católico, a su manera. Los tiempos cambian y no es muy frecuente ver una sotana al viento y el sacerdote que se contiene en ella paseando alopecias vespertinas pasado un cuarto del siglo XXI. Pero ocurre, como atestigua la foto.
Ejemplo de los cambios es la Basílica del Sagrado Corazón, lejos del centro, en Koekelberg. La inició Leopoldo II en 1905. No se terminó hasta 1969. Su mole art déco es inconfundible y no es esencialmente religioso su uso, ya que alberga dos museos, un teatro e incluso un restaurante. Las vistas excelentes.
Más cerca de nuestro andar está el Bozar, si queremos seguir con el art déco y en su versión civil, pero sin olvidar que al franquear cualquier esquina puedes encontrarte, y no sólo el puro centro, con una iglesia digna de atención, como la de la Santísima Trinidad. Seguimos en Ixelles…



Jardines secretos, públicos o privados
¿Cansado de tanto trajín? No desesperes. A poco que estés atento vas a encontrar un lugar en esta Bruselas menos visitada en los que poder descansar tus huesos. Ahí van algunas sugerencias, en imágenes… porque las explicaciones te las daremos en una segunda entrega de este reportaje.
Bruselas da para mucho, incluso sin moverte de uno solo de sus barrios, más aún si te abres a conocer su historia y guiar tus pasos entre ella.
Para la segunda parte nos atreveremos incluso a transitar por donde tantos lo hacen… aunque de otra manera.




Más información sobre Bruselas:
No hay que darle vueltas: la mejor forma de entrar con buen pie en la capital de Europa es recurrir a la mucha, y bien presentada, información de su sitio oficial. Visit Brussels está para eso y tan fácilmente accesible que lo tienes todo en español. Para que te enteres.
