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1 mayo 2024
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Víctor Hernández cae de pie y sale a hombros en Guadalajara

En la vuelta a casa de Víctor Hernández ya como matador de toros, el cariz estaba claro: habría triunfo, por lo civil o por lo militar.

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¿De dónde somos? ¿De dónde nacemos o de dónde nos criamos, vivimos y trabajamos? Con Víctor Hernández, nacido en Los Santos de la Humosa pero criado como persona y como futuro torero en Guadalajara, algunos tienen esa duda. Para muchos aficionados locales, la cosa está mucho más clara: este chaval, de valor a raudales y pelos irreductibles, es alcarreño. Y el que no lo quiera entender, que arree.

Con ese antecedente, el de la vuelta a casa de quien nunca se debió marchar tras sus muchos años en la escuela taurina de la capital, el cariz estaba claro: habría triunfo, por lo civil o por lo militar.

Se estrenó en esta «su» plaza el todavía toricantano, desmonterado y serio por la responsabilidad, con un «Emperador II» que era remiendo de Tornay a lo de Algarra que componía el resto del encierro de este sábado. Desastrado toro y desastrado inicio de faena con el capote. Faena que comenzaba rara, como raro es que un picador se lleve una ovación en este coso, pero así ocurrió. Tras el buen puyazo del su cuadrilla, Hernández se dejó la montera encima de los pies, con el ánimo encendido para el primero de los alardes de muleta, pero tan poco colaborador fue el morlaco que al segundo pase mandó la montera al extrarradio, de una patada, desmontando la escenografía. Más allá de todo eso quedan en la retina algunos naturales en un tercio deslavazado, culminado con estocada y descabello y la previsible oreja, cimentada en el surtido repertorio de temeridades que sigue mostrando sobre los ruedos, tanto hoy como en sus inicios novilleriles.

Para su segundo, que era el último de la tarde, le cupo en suerte un «Pachucho» de Algarra que estaba al límite del reglamento para plaza de segunda con sus 435 kilos de báscula. ¡Cuántos novillos ha toreado Víctor Hernández en Madrid más hechos como toros que eso que saltó a la plaza y con hasta un centenar de kilos más en la romana! Pues con eso hubo de lidiar. Y lidió. Ya de entrada reventó los tendidos con cambiados por la espalda de rodillas que son marca de la casa, después de haberlo intentado sin lucimiento con la capa. El caso es que supo poner todos los ojos sobre él, incluida la banda de música, que se arrancó con un pasodoble nada más iniciar el último tercio. Con eso y con su afán por ligar se llegó al espadazo, algo contrario, que justificó (dentro de los criterios de Guadalajara) las dos orejas que le franqueaban la puerta grande junto a sus otros compañeros.

El resto de la terna, que asomó ya entrada la noche hacia Las Cruces por la puerta grande «Iván Fandiño» en otra tarde de euforia, hizo lo que debía.

Ginés Marín dejó lo más macizo de la tarde en su primero, toreando muy por abajo y matando por derecho, aunque al toro lo levantara casi desde el más allá la impericia del puntillero. Las dos orejas cayeron sin mucha discusión, permitiendo que el quinto de la tarde pasara como un trámite, mortecino y con sainete en banderillas.

«Fandi», tras dos décadas de citas anuales en esta plaza, es ya como de la familia: se le reconocen los méritos y se le disculpan los defectos. Dado que en el que abrió plaza, un algarra impresentable por hechuras y vacío de casta, el asunto no fue por los derroteros esperados, todo quedaba pendiente del cuarto. A ese otro de Algarra lo recibió de hinojos, con lances de buen gusto. Dispuesto a dejar a los espectadores sin aliento entre aplauso y aplauso, se llevó al toro hasta el picador con dos chicuelinas, un delantal y la media. Tal cual. Y justo después, el recital rehiletero de costumbre, acompañado por un cuarto par de regalo… cuando ya se había cambiado el tercio. David Fandila tenía el triunfo en la mano y no lo dejó escapar, aferrado a los recursos a su alcance, ya que él mismo se animó animando al personal, desde que cogió la muleta hasta los cuatro molinetes, cuatro, enjaretados antes de entrar a matar. Esta vez y este año el presidente cedió y las dos orejas rubricaron la faena siguiendo el plan previsto.

Con esto se acaba el toreo a pie en Guadalajara por 2023. No llovía y la gente salía feliz de la plaza. ¿Hace falta más? Quizá lo sienta así la afición alcarreña, que también existe, y que lo busca en los altos de los tendidos de Las Ventas con la misma constancia que le lleva cada año al coso de Las Cruces. Habrá que insistir porque, al menos, mientras hay vida, hay esperanza.


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