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11 abril 2024
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De talantes y talentos

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Los tecnólogos solemos insistir en que hemos vivido una evolución de varias décadas que nos ha permitido pasar de los datos a la información, de la información al conocimiento y del conocimiento a la inteligencia empresarial. Y que este impresionante avance ha sido posible gracias al talento de las personas y no sólo al exponencial crecimiento de las capacidades de las máquinas.

En estos momentos, la tecnología está en plena revolución hacia la inteligencia artificial, un tsunami de consecuencias todavía no previsibles, aunque algunas ya se pueden adivinar.

En cualquier caso, en el nuevo orden, el talento de los humanos seguirá siendo la clave para garantizar y mejorar las cotas de bienestar ya logradas por nuestra especie y pilotar las reglas del juego de un mundo robotizado.

Afortunadamente, en España tenemos talento, mucho talento. Y nuestro futuro indudablemente pasa por potenciar y retener el talento, y aplicarlo con acierto en entornos colaborativos globales. Aún más, deberíamos intensificar los esfuerzos para traer de vuelta el talento español más joven expatriado los últimos años, y que tanto nos costó generar.

Hubo etapas, como nuestro Siglo de Oro, en que el talento español fascinó a propios y extraños y fue la envidia del mundo, y no sólo en lo literario. Ahora que el talento español es ampliamente reconocido a nivel mundial en lo gastronómico o en lo futbolístico, no hay razón para que no lo sea (y afortunadamente tenemos algunos casos, menos de los merecidos) en las disciplinas relacionadas con la innovación, la tecnología y la digitalización.

Hay quien pretende colectivizar universalmente el talento pero, desafortunadamente y aunque parezca una afirmación elitista, no todo el mundo puede ser brillante en todo. Hay individuos talentosos, otros potencialmente talentosos, otros que resultan talentosos para “según qué cosas” y, por desgracia, aquellos aludidos en nuestro refranero con más crueldad y descripciones como “donde no hay mata no hay patata”, “no se puede sacar brillo a un nabo” o el más universalmente conocido, “de donde no hay no se puede sacar”.

Por eso, en España, para ser un país de éxito, además de más técnicos con talento, en los puestos de dirección precisamos de la gente más talentosa. Y no me refiero sólo a las empresas, necesitamos muy especialmente que los dirigentes políticos, que nos representan y toman decisiones por todos nosotros, además de tener otras cualidades deseables, sean gente con talento. No basta con que sean amables, esforzados, conciliadores, honrados, dispuestos, voluntariosos, leales… todas estas virtudes son condiciones necesarias, pero no suficientes para liderar la sociedad digital de nuestros hijos en un mundo en extrema competición.

Además, dentro de sus ámbitos de actuación, tienen que ser los más capaces, los más preparados, los mejores.

Ése es el reto: menos talante y más talento. Quiero conocer a mis nietos sin tener que viajar a Estados Unidos, Suiza, Singapur o Finlandia