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18 abril 2024
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EL PASEANTE / Verbenas y ansiedad

Se queda uno con ganas de darle las gracias al currante anónimo que cogió la planta y la dejó allí, para que floreciera. Como ocurre siempre que las ansias no lo joden todo.

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¿Seguirán enseñando en los colegios lo que son las teselas? El maestro que le mostró por primera vez esa palabra a este paseante murió hace años, pero ahí sigue su recuerdo. Sin las teselas no habría mosaicos en Rávena ni en Carranque ni en las ultrajadas paredes de Santa Sofía.

Cargadas de teselas llegaron hace mucho tiempo dos grandes jardineras multicolores a la Calle Mayor de Guadalajara, en lo que se suponía era el preludio de un nuevo estilo de adorno urbano. Algunos, incautos ellos, pensaron que se iba a acabar con el gris de la ciudad. Todavía esperan en vano.

Nuevas jardineras en la Calle Mayor de Guadalajara, el 22 de marzo de 2021. (Foto: La Crónic@)
Nuevas jardineras en la Calle Mayor de Guadalajara, el 22 de marzo de 2021. (Foto: La Crónic@)

Afortunadamente, la vida de los hombres (y en ello van incluidas las mujeres, claro) no depende necesariamente de lo que otros hagan por ti. E incluso lo que perpetren los ajenos puede no tener las consecuencia que ellos maquinan. Verbigracia: hoy se alcanzarán temperaturas apropiadas para licuar la sangre de San Pantaleón y convertirla en plasma, sin necesidad de pasar por el CERN que alumbró hace ya una década el bosón de Higgs. ¿Y esto qué demuestra?

La prueba empírica de que todavía hay esperanza (para sobrevivir al calor y a los otros) está en una jardinera vieja, cojitranca, se diría que hasta oxidada. Algún operario municipal, de esos a los que pagas su sueldo a través de una empresa que se lleva cada año el beneficio, ha plantado ahí unas pequeñas flores, que la concesionaria ha comprado también con tus impuestos.

En lo anterior no hay lamento, sólo es un dato. Porque esto, al menos, es hermoso de ver. Son verbenas.

Quienes se empeñan en resolvernos la vida para que se lo agradezcamos, en adoctrinarnos para volvernos como ellos y en que seamos felices como ellos quieren que seamos para que no molestemos son capaces de gastarse cualquier suma de dinero en la tarea, sobre todo porque el pastizal no es suyo y parece inagotable. Tenemos los millones de euros por castigo.

Será por eso que este paseante ha disfrutado mejor que con cualquier derroche público la obstinada belleza de estas pequeñas flores, caminando por Guadalajara. Todo, a precio de saldo.

No hace falta gran cosa para disfrutar de un momento de paz. Aunque sea a la espera de la tormenta. Que siempre llega.

Y, esta vez sí, se queda uno con ganas de darle las gracias al currante anónimo que cogió la planta y la dejó allí, para que floreciera. Como ocurre siempre que las ansias no lo joden todo.


Nota del autor: En efecto, la verbena, en infusión, es magnífica contra la ansiedad. Una vez sabido esto, ojalá nadie sea tan cutre de arrancar las plantas para llevárselas a casa. Es un ruego. Una pura obviedad aplicable incluso a munícipes necesitados de sosiego.


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