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19 marzo 2024
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JOSÉ LUIS HERAS CELEMÍN / Una ministra de Hacienda sin cometa

Parecen más honorables unas 'Cometas en el cielo' con las apreciaciones del afgano y valorando los engaños y embustes como lo que son, que las mentiras en el aire que la ministra de Hacienda ha echado a volar sin cometa.

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«Ya está bien del juego de insultos y de mentiras… Uno dice una barbaridad y el otro dice una barbaridad más grande. Y así no vamos a ganar nunca, vamos a perder todos». «Cuando matas a un hombre, le robas la vida. Cuando mientes, le robas al otro el derecho a la verdad. Cuando engañas, robas el derecho a la equidad «.

Mentiras. En La Vanguardia se recogían las declaraciones de María Jesús Montero, ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, sobre mentiras. Las había hecho en Galicia, con las elecciones autonómicas próximas, en un mitin de apoyo al candidato socialista que aspira a sustituir a Núñez Feijóo en la presidencia de la Xunta. Mentiras y ministra. Podría rebajarse su importancia con vistas al momento, y en medio de una refriega electoral en la que el tono de la ministra no casaba con el contenido. Pero, por respeto a la ministra, no lo hice.

Acababa de anotar como hallazgo el texto de Khaled Hosseini, médico afgano-estadounidense de su novela ‘Cometas el el cielo’, y me detuve repasando «Cuando matas a un hombre, le robas la vida. Cuando mientes, le robas al otro el derecho a la verdad. Cuando engañas, robas el derecho a la equidad». Creí más ajustada a la realidad, y a la moral humana, la apreciación del afgano en sus ‘Cometas en el cielo’ que las mentiras que había echado a volar sin cometas la ministra.

En principio, parecía arriesgado asociar a la ministra de Hacienda con la seriedad del médico afgano: Matar a un hombre, robar la vida, la mentira como robo al derecho a la verdad, el engaño como robo al derecho de equidad. Pero en la situación que atravesamos, con una pandemia que nos asola y que puede estar siendo usada para, mintiendo o no, justificar según que cosas, parecía oportuno entrar en el asunto e ir al diccionario para matizar los conceptos que había usado la ministra. Mentir: Decir deliberadamente lo contrario de lo que se sabe, se cree o se piensa que es verdad con el fin de engañar a alguien. Conducir (una cosa) al error o a un razonamiento falso. Engañar: Hacer creer a alguien por medio de palabras, acciones, etc., lo que no es verdad. Obtener un beneficio de alguien aparentando o haciéndole creer algo que no es verdad.

Recelando sobre las mentiras que decía la ministra, y algunas otras acaso obviadas por ella, había que abundar en el asunto. Los recortes de prensa fueron apareciendo uno tras otro, contumaces: El ejecutivo de Sánchez lo basa tomo en el encubrimiento. Los muertos no se cuentan. Casado pone como ejemplo la gestión de Feijóo frente a un gobierno «mentiroso». En una encuesta publicada en ABC, a la pregunta «En relación con gestión de la crisis por parte del Gobierno, ¿Podría decirme cómo se ha hecho?», solo un 18,8% opinaba que el Gobierno había dicho la verdad. Con ello, parecía que la credibilidad del Gobierno es tan pobre que no es que pueda poner en cuestión las opiniones sobre mentiras apuntadas por la ministra, sino algo peor: Que las mentiras puedan ser del propio Gobierno.

Abundando en la hipótesis de un supuesto Gobierno mentiroso, incluso alimentándola, apareció una viñeta, de Puebla, poniendo en solfa la credibilidad del presidente. Con el dibujo se ampliaban la procedencia de las mentiras anunciadas por la ministra de Hacienda en Galicia: «Sánchez, que no acierta con el número de fallecidos, asegura que ha salvado a 450.000».

Mentiras y realidad, no juntas ni separadas, pero sí intuidas por la percepción de cada uno sobre lo que ha visto y ha vivido. En otro medio, Pablo Panas recogía unas declaraciones de la ministra: «Andaba Montero soltando bulos en un mitin (parece ser que el ya referido en Galicia), cuando no se le ocurrió otra cosa que decir que aquí no hubo mando único», que «este Gobierno, sin corresponderle, acopió material sanitario para proteger a las personas que trabajaban en nuestro centros» y que «este Gobierno, sin tener la obligación, reforzó el sistema sanitario en un primer momento v mandando trescientos millones a las Comunidades Autónomas»

Mentiras. Sentido común. Y datos que conocemos todos y contradicen a la ministra. Porque el Gobierno Nacional asumió mando sanitario único. Porque, con el mando sanitario asumido o sin él, ha de defenter y proteger la salud de todas las personas españolas. Porque, con la autoridad asumida o sin ella, debe hacer que se cumplan las normas de la Legislación Laboral en defensa de todos los trabajadores, públicos o privados, para que trabajen protegidos. Y porque tiene la obligación de conseguir el máximo rendimiento, además de reforzar el sistema sanitario. Con previsión, vigilancia, coordinación y eficacia.

En la dinámica nacional, la ministra de Hacienda, como cosa propia o como estrategia de gobierno, ha introducido la mentira. Podría argumentarse en contra, entrar en un embrollo embustero, buscar mentirosos en el Gobierno (por si los hubiera), o entrar en una espiral de descalificaciones repugnantes. Pero parece más adecuado pedir a la ministra que tenga cuidado con las mentiras, aclare lo que puedas, y que conteste.

Por otra parte y como motivo de reflexión, parecen más honorables unas ‘Cometas en el cielo’ con las apreciaciones del afgano y valorando los engaños y embustes como lo que son, que las mentiras en el aire que la ministra de Hacienda ha echado a volar sin cometa.

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