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25 abril 2024
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La cara más fea de la lavanda: bajos precios para el agricultor y un futuro complicado

Los agricultores consideran que ellos son los que "ponen" el espectáculo --el campo--, pero a cambio no "perciben ningún aprovechamiento".

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En las plantaciones de lavanda y lavandín no todo son selfies y «glamour», dado el atractivo turístico y económico que mueve esta actividad agrícola al margen de uso para obtener esencia y perfumes. En estas semanas previas a la recolección, en plena floración, la Asociación Nacional Interprofesional de Plantas Aromáticas y Medicinales (Anipam) acaba de plantear que la crisis de precios «prolongada» que atraviesan los lavandicultores y los daños de la sequía les hace temer por la «inviabilidad» del sector.

Desde Anipam resaltan la necesidad de que el valor añadido que genera su actividad, de manera más concreta durante la floración de los campos, pueda llegar a los agricultores, cuyo trabajo es el que hace posible la creación de la belleza de sus fincas y posibilita el sostenimiento de una actividad económica viable.

«No olvidemos que detrás del glamour está el trabajo», señala su presidente, Abelardo Carrillo.

Piden respeto a los visitantes

Desde Anipam piden a los turistas que respeten sus campos y a las administraciones y a los representantes políticos, que defiendan sus reivindicaciones ante la Unión Europea.

«El futuro de nuestra actividad está en riesgo y con ello la supervivencia de un sector de alto interés económico y social para nuestro país», sentencia.

En el caso de Guadalajara la floración de la lavanda se ha convertido en un revulsivo importantísimo en comarcas como la de Brihuega para sectores como la hostelería y el turismo, al igual que empieza a pasar en otras comarcas de España, como ha destacado LA CRÓNICA en un reciente reportaje.

Sin embargo, el optimismo de los agricultores no está al mismo nivel porque, tal y como ha señalado el presidente de Anipam a Europa Press, si bien ellos son los que «ponen» el espectáculo –el campo–, no «perciben ningún aprovechamiento». Esta es la paradoja que, a su juicio, se debería tener en cuenta.

Si bien los productores de lavanda y lavandín se muestran satisfechos por el interés social que está despertando este cultivo y por el reconocimiento de su contribución a la visibilización del mundo rural, insisten en que «los campos de lavanda tienen origen en el trabajo de los agricultores y destiladores y es también fruto de decisiones que asumen los riesgos de una actividad económica muy vulnerable y sensible a todo tipo de adversidades».

«Nuestro producto es empleado como materia prima de la industria de la higiene, la cosmética y la perfumería, de la que España es un referente mundial. Nos sentimos orgullosos del éxito de la industria española», señalan.

Problemas en el horizonte

Admiten que las iniciativas relacionadas con el turismo han hecho posible que se generalice el conocimiento de la lavandicultura y que sea notorio el valor que puede añadir a la supervivencia de determinadas zonas de la España despoblada, pero desde Anipam han incidido en que la situación real del sector de la producción y destilación de lavanda y lavandín está «muy lejos de la euforia».

Anipam remarca que se encuentran en el centro de tres crisis simultáneas: la crisis del clima, con dos años consecutivos de sequía profunda (las últimas lluvias han sido solo un paliativo temporal), la crisis regulatoria (ante la necesidad de que la Unión Europea respete el carácter natural de sus productos) y la crisis de los mercados, donde desde hace tres años los precios de los aceites esenciales puros y naturales han descendido radicalmente.

Según Carrillo, los agricultores de aceite puro y natural de lavanda y lavandín no pueden vender sus productos porque el precio del mercado solo cubre la mitad de sus costes, lo que significa que no hay operaciones de compraventa y que muchos de ellos tienen un elevadísimo estocaje desde hace varios años que aún no han sacado adelante.

Aseguran que el sector atraviesa actualmente una situación bastante desfavorable tanto desde el punto de vista de la producción debido a la sequía, como de los precios, que llevan ya tres años «muy deprimidos, y este año más que nunca», y «antes del glamour está el trabajo», concluye Carrillo.


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