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19 marzo 2024
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VIAJES PARA DESPUÉS DEL CORONAVIRUS (2): La comarca de Cigales (Valladolid)

Entre la vid y la vida sólo cambia una letra, pero ahí cabe todo. Compruébelo y compártalo, pero sólo con los que lo merezcan. Juntos, nos iremos preparando para cuando el coronavirus nos permita volver a disfrutar la vida sin ataduras. Todo un viaje, como este...

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«Beber cuando no tenemos sed y hacer el amor en todo tiempo, señora mía; eso es lo que nos distingue de los animales».

Andando los caminos de esa tierra durante la vendimia de 2019 no podía el viajero quitarse de la mente lo que escribiera en la Francia de hace tres siglos el viejo Beaumarchais. Francés tenía que ser el que lo tuviera así de claro, agudo y chocarrero a partes iguales como para perdonar en «Las bodas de Fígaro» que los ingleses le sirvieran cerveza a uno de sus personajes… cuando lo que les pedía era un más que cabal clarete. De entonces acá, Brexit mediante, los británicos han seguido trastabillando de pinta en pinta por los pubs del imperio hasta que en sus vidas (y en las nuestras) se cruzó el coronavirus. Pero en el Valladolid del siglo XXI se volverá a chatear clarete y la juventud se seguirá adentrando, cada vez más, en los nuevos vinos que aquí se dan, adaptados a los gustos de este tiempo.

El vino de Cigales nace de esta tierra llana y seca, pero para ser su contrapunto: a más falta de lluvia, mejor calidad del fruto; frente a las grandes extensiones entre los cerros y el Pisuerga, un pequeño cogollo de pueblos cuajados de vides; bajo el sol impenitente, barrios de bodegas que protegen el vino y a sus amos, para crecer al fresco (unos y otros) en bondad y sabiduría…

Paisaje de la comarca de Cigales. (Foto: La Crónic@)

Tan amigos de jugar a los contrastes, incluso sin pretenderlo, los paisanos de por aquí hacen la magia de romper la rivalidad entre blancos y tintos tirando por el camino del medio. El día en que consigan concretar sin polémicas la diferencia entre un rosado y un clarete podrán animarse, incluso, a poner en razón a la Humanidad entera. Casi tanto como el puñetero virus que nos asola.

Para degustar un Cigales no hace falta más que plantarse ante una copa, si acaso ponerla al trasluz para disfrutar de sus destellos, y beberla a mayor gloria de Dios, que algo de divino tienen estos caldos, por muy hechos de mano humana que estén.

Como escribe un buen escritor portugués, en un librito delicioso y reciente que habría que traducir y publicar ya a este lado de la raia, «la Creación fue un acto inesperado y tal vez impulsivo, o ciertamente loco, de un Dios devoto del hedonismo de la ebriedad»1. De otro modo, a ver cómo explicamos que el Universo esté lleno de alcohol, así como de etanol y metanol, sin que tanta profusión altere las órbitas precisas de billones de galaxias2.

Y nosotros aquí, creyéndonos bípedos más inteligentes cuanto más sobrios. Levantar una copa de vino es hacerle un homenaje al big bang y a todo lo que trajo, agradeciendo lo bueno e intentando esquivar lo malo, que eso sí que está siempre en expansión acelerada.

La Ruta del Vino Cigales merece hacerse al ritmo que cada uno se marque, sin prisas ni más objetivo que saborearla. Es lo que corresponde cuando hablamos de unos caldos que ya tenían buena fama cuando Isabel, la de Trastámara, reinaba en Castilla. La velocidad la pone ese AVE que te acerca desde Madrid en apenas una hora y también la A-62, que cruza el territorio y lo comunica con el mundo.

De esas historias lejanas sabe Ignacio Príncipe, que de noble tiene el apellido junto con el buen uso del idioma castellano; y de trabajador, sus manos. Entre lo uno y lo otro, el dueño de ese pago que en aquellos días apuraba la cosecha se prestaba en la última vendimia a la conversación con el curioso. Con paciencia franciscana y pasión de viticultor explica al que no sabe lo excelente que es este suelo de guijarros para el cultivo de la vid y de los estragos inevitables que produce la yesca. A las viñas hay que mimarlas y respetarlas, así ahora como ya hacían los que vendían graneles a los franceses, sedientos de vino y sin producción por la filoxera que tanto arrasó en el siglo XIX. Beaumarchais no lo sabía, pero el refugio de su clarete estaba en Valladolid. Y de los tintos también, incluso en Cigales… que es mucho más que sus rosados. De hecho, en 2010 un crianza de «César Príncipe» obtuvo el reconocimiento de Mejor Tinto de España.

Viñedos de la bodega Concejo.
Viñedos de la bodega Concejo. (Foto: La Crónic@)

Después de mucho andar y mucho ver, catando y aprendiendo, al viajero se le va cansando el cuerpo, como a todo ser viviente tras un día de faena, aunque esta sea tan placentera como la de gozar paladeando la vid y la vida. Entre la vid y la vida sólo cambia una letra, pero ahí cabe todo, a poco que te lo propongas.

Cansados también parecen los pájaros del atardecer, que alborotan por decenas en un pentagrama hecho de postes y cables. Ahítos deben estar de espurgar los racimos, ebrios de azúcares, colmados de tanto rapiñar, da igual en vaso que en espaldera, los viñedos de los contornos. Por eso cantan. O quizá solo cantan por cantar. El caso es que antes de que callen, el que esto escribe ya se ha dormido. Por este día.

Para soñar sin interrupciones ayuda la tranquilidad del Hotel Rural Pago de Trascasas, de Cubillas de Santa Marta. Aquí el enoturismo lo facilita la bodega familiar. El inmueble y sus contornos animan a relajarse más que cualquier terapia zen. Y si quiere cama con dosel, la tiene: pregunte por la habitación llamada «Tempranillo» y acertará.

Hotel Rural Pago de Trascasas. (Foto: La Crónic@)

El burro «Rigoletto» y sus rebuznos
A cada país podríamos juzgarle por sus amaneceres… y no seríamos capaces de hacerlo con justicia porque cada pueblo tiene el suyo y todos pueden ser admirables.

En Valoria la Buena me cuentan una historia que explica el nombre del pueblo y otra más para justificar que aquí a la del alba no se oigan gallos sino rebuznos. La camarera, que es amable y cordial, explica que esos tan lastimeros ayes son del burro «Rigoletto», que desde una cuadra vecina llora a su amada, muerta y enterrada apenas hace dos semanas. El viudo tiene intensa pena y buenos pulmones. No calla, insiste casi como un político. Puede, también, que con más fundamento.

Los Montes Torozos y el Cerrato flanquean esta pequeña comarca llena de hombres y de mujeres sabios entre historias ciertas y leyendas que también debieran serlo, como la burro sentimental o la de aquel otro que recibió una guindilla en salva sea la parte para que se echara a andar y superase la indolencia. De aquel recuerdo nació un vino de Cigales de los que no se olvidan y que, por santa coherencia, se llama «Burro Loco». Lo producen y comercializan desde la Bodega Concejo, que es una de las más pujantes de estos municipios.

El vino y sus formas de nacer y de hacerse
En la Ruta del Vino Cigales, haciendo gala de su capacidad para dar variedad desde su limitada extensión, podemos hallar bodegas grandes, pequeñas y hasta una cooperativa en plena transformación. Esta última se encuentra en el propio pueblo de Cigales y suya es más de la mitad de la producción, con capacidad para 2.500.000 kilos, engullidos en menos de dos semanas por las grandes prensas industriales. Por eso, muchas miradas están puestas en la nueva dirección. Su actual gerente, recién llegado de Chantada, es un hombre menos efusivo que María José García Zalve, la borboteante enóloga de la casa, que trata a sus caldos como si fueran sus hijos. Ambos coinciden, eso sí, en su fe inconmovible ante el futuro.

Directamente del pasado vienen las bodegas particulares de Fuenteperal, donde hubo hasta doscientas, horadadas en la tierra. Todas son distintas y alguna muestra en el exterior unos sillares de tan buena caliza y tan impropios del lugar que obligan al viajero a preguntar por su origen, sin conseguir tener una respuesta cierta. Por allí anda Macario y su porrón, como ejemplo de que la economía sumergida no es la que más se ha hundido, sino todo lo contrario, en esta España nuestra: aflora a la que salta, casi con naturalidad. Para que luego digan que somos un pueblo de intolerantes.

Empresa con múltiples frentes es la del empresario Enrique Concejo y sus hermanos: hay bodega, sustentada por hectáreas de viñedos, con un centro de atención al visitante de cuidado diseño, en lo formal y en lo didáctico. (Para realizar visita, cuando esto escampe, preferible llamar antes al 983 502 263 o por correo electrónico, [email protected])

Por si no fuera suficiente, hace unos años se embarcaron en la odisea de recuperar como negocio hostelero un antiguo caserón de propiedad familiar y orígenes lejanos, en el siglo XVI. La Hospedería Posada Real, con sus cuatro estrellas y sus infinitos detalles, es una opción de primer nivel para garantizar un magnífico descanso en un alojamiento recuperado con mimo.

Y de postre, las rutas sensoriales con paisaje que empezaba a ofrecer el pasado otoño este incansable empresario y que resultan una delicia, con su punto de aventura y de sorpresa. Aquí serían de aplicación los versos de Claudio Rodríguez, que aunque zamorano también sabía lo que es ver y anotarlo: ¡Dejad de respirar y que os respire/la tierra, que os incendie en sus pulmones/maravillosos! (Para el curioso, el poema se titula “A la respiración en la llanura” y se puede encontrar en el libro primero de “Conjuros”). El que no sepa de qué hablamos que se encarame a lo alto de Los Cortados, con o sin Enrique Concejo, que recupere el aliento y luego atienda al meandro del río entre los reflejos de los cristales de yeso del camino. Es magia.

Cigales también es Palencia, chocolate y mucho más.
La Denominación de Origen Cigales se extiende esencialmente por la provincia de Valladolid, pero alcanza también la de Palencia, al igual que la ruta turística que con tanto cuidado van poniendo en pie.

En la parte palentina, concretamente en Dueñas, podrá el curioso entretenerse un buen rato con lo que ofrece de histórico y monumental el Monasterio de San Isidro, todo él impregnado de evocaciones trapenses. Para los golosos, que en estas circunstancias somos todos, la visita más dulce está al otro lado de la carretera, a unos cientos de metros: la fábrica de la Trapa ha puesto aquí tienda, de obligado cumplimiento.

En cualquier caso, entre la piedra de los caminos y la piedra de las iglesias, las casonas y los castillos hay mucho para ver y disfrutar. Tanto, que animamos al lector a curiosear por los enlaces que aportamos más abajo y, sobre todo, surfear sin prisas por la muy completa web de la Ruta del Vino Cigales, que le ahorra al periodista entrar en más detalles y le abre al lector todo un mundo de posibilidades.

Queda dicho y explicado con todo lo anterior: Entre la vid y la vida sólo cambia una letra, pero ahí cabe todo. Compruébelo y compártalo, pero sólo con los que lo merezcan.


 

Más información:

La mejor fuente de datos y sugerencias es la propia web oficial de la ruta:
https://rutadelvinocigales.com

Dónde comer:

DUEÑAS. Restaurante La Pradera
https://www.la-pradera.es/

VALERIA LA BUENA. Mesón Vizconde

FUENSALDAÑA. La Dama de la Motilla de Fuensaldaña
https://www.ladamadelamotilla.es/
983 583 076
[email protected]

Dónde dormir:

VALORIA LA BUENA. Posada Real Concejo Hospedería en Valoria la Buena.
https://concejohospederia.com/
[email protected]

TRIGUEROS DEL VALLE. La casa del Valle
https://www.lacasadelvalle.com/

CUBILLAS.  https://campingcubillas.com/
[email protected]

Viñedos y bodegas:

• Bodega César Príncipe, en Fuensaldaña
https://www.cesarprincipe.es/

• Bodegas Alfredo Santamaría, en Cubillas Santa Marta
https://www.pagodetrascasas.es/
[email protected]

• Bodega Cooperativa de Cigales
https://bodegacooperativacigales.com/


 

Otros lugares de interés:

Dueñas
Monasterio San Isidro 
https://www.abadiasanisidro.es/

Tienda de «Trapa»
http://www.trapa.es/ .

Trigueros del Valle
Castillo Encantado de Trigueros del Valle
https://www.elcastilloencantado.es/
[email protected] 

Valoria la Buena
Aula de las Abejas del Cerrato
https://www.mielmontesdevalveni.com
[email protected]


Citas del texto:

1.- «O macaco bébedo foi a ópera», de Afonso Cruz. 2019.
2.- Nicholas P. Money, «The Rise of Yeast»
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Más viajes para después del coronavirus:

1.- Birmingham (Reino Unido)