Podría haber sido la primera ocasión de coincidir cara a cara desde que el 28 de mayo, cuando las elecciones ratificaron a Emiliano García-Page como presidente de Castilla-La Mancha y, pocos días después, hicieron alcaldesa de Guadalajara a Ana Guarinos. La oportunidad la daba el acto de toma de posesión del nuevo delegado de la Junta de Comunidades, pero la representación del Ayuntamiento de la capital ha quedado limitada a la presencia de la concejala Isabel Nogueroles, flanqueada por el diputado regional del PP Nacho Redondo. Ambos han compartido asiento, sin nadie a su derecha, a una prudente distancia de Alberto Rojo y detrás de la alcaldesa de Sigüenza, María Jesus Merino, que seguía el acto desde la fila anterior, en compañía de uno de los cargos más relevantes y discretos de la Junta, Rafael Perezagua, secretario general de Presidencia.
Fuentes municipales se han limitado a argumentar, para justificar la ausencia, a preguntas de LA CRÓNICA, que «la alcaldesa tenía agenda previa cerrada». Como acto público, el único que se había notificado a los medios la víspera era, para las doce del mediodía de este miércoles, una recepción en el Palacio del Infantado a las selecciones femeninas de rugby de Japón y España. Ya por la tarde, Guarinos tiene anunciada su asistencia a un acto de partido, también en la capital.
De haber asistido, la alcaldesa de Guadalajara habría podido escuchar personalmente las alusiones referidas implícitamente a ella lanzadas desde la tribuna por los dos oradores de esta mañana. También habría podido saludar a buena parte de los habituales a este tipo de ceremonias e incluso a alguno que ya no lo es tanto, como un relevante empresario del sector de la construcción que ha dejado profunda huella en la ciudad y que ya no se deja ver con la misma asiduidad de antaño.
No se han llenado los 253 asientos del salón, aunque la presencia de militantes y cargos socialistas era masiva, incluida la segunda autoridad de la región (el azudense Pablo Bellido, presidente de las Cortes) y también la tercera (el guadalajareño Javier de Irízar, presidente del Consejo Consultivo), además de los que no quieren dejar de serlo, como el previsible diputado Alberto Rojo, o quienes desean volver a serlo, como la posible nueva senadora Araceli Martínez.
Veinte minutos de discurso de Escudero
La primera sorpresa aportada por José Luis Escudero en el ejercicio de su nuevo cargo ha sido la duración del discurso que ha seguido a la consabida promesa. A lo largo de 20 minutos ha expresado su «profundo nerviosismo y emoción», ha aludido a sus padres y a sus raíces en Ciudad Real (más concretamente, en Argamasilla de Alba, como bien ha precisado posteriormente García-Page). También ha mostrado desenvoltura para agradecer, con entusiasmo, al presidente regional «la maravillosa oportunidad» que le dio hace cuatro años al nombrarle consejero y el que, ahora, haya vuelto a confiar en él.
«He tratado de ser el de siempre». «Recojo mucho más de lo que haya podido sembrar» ha dicho, en una larga intervención que ha confirmado esencialmente el interés del nuevo delegado de luchar, prioritariamente, contra el negacionismo climático, ese que abanderan «los partidos extremos», como los ha definido, por no citarlos.
En lo más concreto, se ha fijado como objetivos consolidar el Hospital de Guadalajara, tanto en la ampliación como en la reforma de los edificios antiguos; mejorar la Educación con el Campus y las escuelas rurales; garantizar el bienestar social y procurar erradicar «la violencia machista que nos avergüenza a todos».
García-Page, que continuaba la jornada en Cuenca con un acto similar, ha trazado una particular teoría sobre la conveniencia de elegir para los cargos públicos a buenas personas. Del mismo que ha recordado como en el cuerpo humano, «el corazón está donde está, es socialdemócrata». Es de suponer que el auditorio ha entendido la metáfora.
