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8 abril 2024
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Juzgan al octogenario que mató al que estaba robando dentro de su casa

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El exlibrero acusado de matar al intruso que entró en su casa de campo de La Atalaya, Ciudad Real, en verano de 2021, se ha sentado este lunes en la sala de la Audiencia Provincial para declarar ante un tribunal de jurado. Durante su veredicto, J.M.L. ha asegurado que «prefiere morir defendiendo su casa antes que salir huyendo y dejarla en manos de unos maleantes».

La acusación pide para él 25 años de prisión y la defensa la absolución al considerar que actuó en defensa propia. El octogenario, en libertad provisional desde mayo de 2022, ha declarado ante la sala que llegó a pensar que existía un plan para que abandonara su finca «y que un buen samaritano le ofreciera algo mejor en otro sitio vendiendo la casa a algún precio que le intentase gustar».

«Pienso que me lo hacían aposta, muchas veces yo no veía el beneficio de lo que se estaba haciendo, tenía la sensación de que lo que me hacían era para que yo me fuese», ha recalcado tras contar que sufrió robos durante 40 años y que «la Policía no hacía nada».

Preguntado por la Fiscalía por el día de los hechos, ha explicado que salió por una de las dos puertas de entrada y salida a la vivienda, «con cortinas de tiras». En ese momento «encontró una de las cortinas anudadas y la puerta abierta», lo que le «preocupó». Acto seguido, en la puerta del cocherón, se encontró con «el sistema de riego hecho papilla». «Me asusté de verdad, pensé que había gente que iba a por mí», ha destacado.

LOS HECHOS

El acusado, propietario de una librería que ya cerró en la capital de Ciudad Real, escuchó un ruido sobre las 2 de la madrugada la noche de la Pandorga en 2021. En ese momento, pensó que estaban robando en su casa y agarró una escopeta de calibre doce.

En el interior de su parcela pudo observar, a una distancia de 15 metros, a una persona que portaba una motosierra apagada y otras herramientas que habría sustraído del cuarto de aperos de la casa de campo.

Al comprobar el acusado que estaba sufriendo un robo, se dirigió donde se encontraba el presunto ladrón para asestarle un disparo en el tórax a una distancia de cinco metros y sin aviso previo «con el ánimo de acabar con la vida» del intruso, tal y como reza en el escrito de la Fiscalía.

Acto seguido, el acusado volvió a efectuar un segundo disparo por la espalda que impactó en la cara posterior del tórax.

Ambos disparos, según el escrito del Ministerio Fiscal, causaron al intruso heridas mortales que acabaron con la vida de esta persona que tenía múltiples antecedentes judiciales por robos.

Tras efectuar los dos disparos mortales, el acusado volvió a cargar la escopeta con otros dos cartuchos más y se acercó al lugar donde yacía el cuerpo del presunto ladrón para efectuar un tercer disparo en la misma dirección «sin que conste su resultado lesivo».

UNA «TRAMA» QUE LLEVA «40 AÑOS SOPORTANDO»

Durante su relato, el acusado ha mantenido que está convencido de que se trata de una trama que lleva 40 años soportando mediante robos y destrozos en su casa con el objetivo de echarle. Así, ha defendido que «de su casa no se va» y que su principal defensa es su casa».

En la noche de los hechos, de luna llena, «en la que había un resplandor diurno» según ha relatado el acusado, vio «una forma troncocónica» y saliendo de ella, una motosierra que pudo detectar por su pintura reflectante. «Me preocupó mucho», ha destacado, añadiendo que «vio ese bulto y las dos puertas abiertas de la entrada a la casa»

J.M.L. salió de su vivienda sin linterna. «no encendí ninguna luz porque no quería hacerme hombre objeto». El acusado vio un bulto «de forma extraña cerca del almacén» del cual «salía una motosierra en una posición apuntando a mi persona a 10 o 12 metros de mí».

«Vi el bulto y otra vez las dos puertas abiertas de par en par de la entrada a la casa y aquello, a esas horas era impresionante. Estaba muy asustado, porque no sabía para dónde tirar. Primero quise ver qué pasaba», ha dicho.

El librero jubilado ha dicho que primero pegó un tiro a la derecha «desde 10 o 12 metros» y que «no se movió nada». «Pasaría medio minuto y de ahí no se movió nadie y después disparé en el otro sentido y tampoco se movió nada. Yo me mosquee, me fui otra vez a mi dormitorio a cargar la escopeta con dos cartuchos una vez más a la vez que miraba por todos lados porque estaba acobardado», ha relatado.

Ha continuado su defensa explicando que miró hacia ambos lados porque quería llegar al portón: «me di la vuelta por el pozo que hay en el corral, hice el último disparo en dirección a lo que yo ya no sabía lo que era, pero estaba convencido de que era una trampa que me habían tendido, algo de tipo explosivo o tipo luminoso que me pudiera dejar sin ver esa noche».

Así, el acusado ha dicho que disparó por última vez y que se fue rápidamente a las portadas pero que «en ningún momento pensó que había un cadáver ahí».

Cuando la policía llegó a la casa de campo e informó al acusado del hallazgo «el primer sorprendido fui yo», ha relatado el acusado, convencido de que «alguien puso el cadáver ahí». «Quieren que tire la toalla y no la voy a tirar aunque me ahorque con ella», ha continuado.

También ha hablado de su perra Yuca, que ha definido como «animal de compañía y no de defensa». Según ha contado, «esa noche ni ladró» y que, a pesar de ser una perra de raza pastor alemán, no era ninguna amenaza. Además, ha lamentado que muriera en una residencia canina sin que él pudiera acompañarle.

«Tenía tal problema emocional que yo no puedo saber exactamente qué dije, yo no sabía que había una persona en el suelo, cuando me enteré de que ahí había una persona, fue cuando me lo dijo la policía esa misma noche», ha reiterado.

Asimismo, a preguntas de la acusación particular, ha asegurado que «si hubiese estado en la cárcel el señor ese que supuestamente mató, no hubiese tenido que supuestamente no matarlo, hubiese estado en casa como la persona decente que siempre ha sido».

En el estado de terror que ha descrito el acusado, ha afirmado que «estas cosas se hacen de manera instintiva, son cosas terribles que no te han ocurrido nunca». «Yo he asistido a destrozos durante 40 años pero ya una invasión de aquello fue la primera vez y desearía que no volviera a ocurrir jamás. Me parece una declaración de guerra, lo mismo que se ha hecho en desastres humanos que vemos en la televisión», ha añadido.

Asimismo, ha defendido que no es capaz de matar a una perdiz , y se ha definido como una persona razonablemente culta y pacifista. «Cuando tú no tienes esa paz tienes que defender tu derecho a ella», ha añadido.

«Tengo claro que de mi casa no me echa nadie porque así defiendo la vida y la de los míos, los árboles que se han secado, son de mi padre y míos», ha matizado

Finalmente, el acusado ha dicho que exigirá indemnizaciones de todo tipo si sale absuelto y que si no, las pedirá de otra manera, respondiendo a preguntas sobre el desamparo que sintió el acusado .