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22 abril 2024
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EL PASEANTE / Los mercaderes en la catedral de Sigüenza

Será por la pertinaz economía, que hay que cobrar 6 euros por entrar en la catedral de Sigüenza. Mal negocio este de mezclar la fe y la historia con los euros del personal. La Iglesia, ya se sabe, siempre necesitada de paganos. De los que paguen.

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Hay pocas cosas más molestas para un viajero que tener que transitar por la tienda de un museo, siempre estratégicamente situada en la salida, para que no la puedas esquivar. De ese modo, si el incauto va acompañado de algún imberbe, se sabe condenado a comprar cualquier chuchería estrafalaria, fabricada en China pero con precio de porcelana de Sèvres.

En Sigüenza, la hermosa ciudad medieval y episcopal que aguanta en pie incluso sin obispo que la cuide, hace algún tiempo que la Iglesia Católica decidió cobrar a quien pretendiera asomarse al interior de la catedral que mandó levantar, va para un milenio, el francés Bernardo de Agén. Entonces pretendían echar al moro; ahora, se diría que pretenden espantar al cristiano.

Quien asome por la puerta del pie de la nave central se dará de bruces con algo parecido a los pasillos del Ahorramás y, al fondo, una amable señorita allí ubicada para cobrarte la entrada. Son 6 euros, que vienen a ser 1.000 pesetas de cuando todavía había curas, seminario y monseñor en la Ciudad Mitrada.

Alegó motivos económicos y culturales la Diócesis para cobrar a los incautos que quieren recorrer las gélidas naves catedralicias, continuación parece que inevitable de los muchos años en que ya se hizo lo mismo con quienes querían acceder a la capilla del Doncel. 

Mal negocio este de mezclar la fe y la historia con los euros del personal. Durante este San Vicente, el turisteo andante ha preferido rondar los tenderetes del mercado medieval y llenar los muchos restaurantes antes que saciar una improbable sed espiritual o artística previo pago.

Ciertamente, con los 6 euros de vellón poco puedes rascar en «El Doncel» o en el «Nöla» (ambos, por cierto, de vacaciones en estas fechas), pero las necesidades básicas no hay quien las esquive, sobre todo si el bolsillo lo permite. Y en caso de duda, siempre te queda el «Sánchez» y su inenarrable comida casera, con raíces casi tan milenarias como la propia esencia seguntina. 

Dicho todo lo cual, habida cuenta de que los caminos de Dios son inescrutables, no pretenderemos aquí entender cómo se pasó de Pla a Sánchez y de Sánchez a Rodríguez como signo de una improbable evolución ni anticipar lo que está por llegar, cuando el relevo se produzca.

Cuando el nuevo obispo llegue, todo apunta a que vivirá también en esa casa de más de 3 millones de euros, levantada en los albores del siglo en una zona idílica e ideal de la ciudad de Guadalajara, con un gran diseño y tan vacía de contenido como de justificación. Palacio Episcopal es, para los propios y sin extraños.

Será por eso, por la pertinaz economía, que hay que cobrar 6 euros por entrar en la catedral de Sigüenza.

La Iglesia, ya se sabe, siempre necesitada de paganos. De los que paguen.

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