10.4 C
Guadalajara
23 abril 2024
InicioViajesRecorre el Museo de Pérgamo con LA CRÓNICA o espera hasta 2037...

Recorre el Museo de Pérgamo con LA CRÓNICA o espera hasta 2037 para hacerlo en Berlín

El Museo Pérgamo ha cerrado sus puertas el pasado lunes y para los próximos 14 años, hasta 2037. Recordemos en este reportaje de LA CRÓNICA lo que hemos dejado de ver y, sobre todo, lo mucho que Berlín sigue ofreciendo al visitante.

-

Te lo avisamos en su momento e incluso viajamos hasta la capital de Alemania para traerte, sin intermediarios, lo mejor del Museo de Pérgamo y prevenirte de su inminente cierre, que ya se ha producido. La gran joya de la Isla de los Museos berlinesa echó el cierre este lunes, 23 de octubre. Pero todo tiene solución, aunque sea parcial: recorrer sus salas con nosotros. No tendrás otra opción hasta que vuelvan a abrir, se espera que en 2037.

En Alemania no están nada acostumbrados a que las cosas de la ingeniería se les tuerzan. A poco que te muevas y camines, te cruzarás con tubos escandalosamente grandes pintados de color chillón, que atraviesan esta o aquella calle hasta alcanzar misteriosamente el cauce del río Spree. No son esculturas de vanguardia y tienen su explicación: no hay mejor forma para drenar los cimientos que sacar el agua del subsuelo con este procedimiento. Berlín está levantada sobre arena y sobre agua, como puedes comprobar en cualquiera de las construcciones en marcha, allá donde pongas la mirada. Los berlineses lo asumen y actúan en consecuencia.

Ejemplo de la canalización del agua de la cimentación de una obra, en el centro de Berlín en junio de 2023. (Foto: La Crónic@)

Otro ejemplo, a mayor escala, lo tenemos, desde hace años, en la Isla de los Museos. En ese corazón cultural de la capital germana, llevaban ya unos cuantos inviernos con sus correspondientes veranos intentando restaurar no sólo el Altar de Pérgamo, sino todo el ala del museo que contiene esa maravilla de la Antigüedad.

Por ahora, todo había sido en vano. La solución ha sido radical: abordar unas obras de reforma que eliminen los riesgos que el agua del subsuelo suponen para el edificio y también para las monumentales joyas que contiene. El gran inconveniente es su larguísima duración, incluso si se cumple el calendario previsto.

Recordemos, pues, lo que hemos dejado de ver y lo mucho que Berlín sigue ofreciendo al visitante.

Ahí van nuestros mejores consejos…

Museo de Pérgamo: hasta pronto, amigo

Hay una intendencia básica que todo viajero que llega a Berlín debe tener en cuenta nada más pisar los inacabables pasillos del aeropuerto de Brandemburgo: sacar la Berlin Wellcome Card en el «Wellcome Center» de la planta 0. Por 47 euros tienes barra libre para usar el transporte público durante tu estancia. El metro, y también el tren en superficie, nos acerca cómodamente a cualquiera de nuestros destinos, como este que nos ocupa ahora, hasta el cauce del Spree. La U5 tiene parada propia en la isla, a 200 metros a pie de la entrada del Pergamon Museum.

A partir de las 10 de la mañana se podía empezar a visitar. Convenía sacar la entrada por Internet (al precio de 12 euros, lo cual incluía una útil audio guía en español) y elegir el tramo horario y es bueno seguir haciéndolo para el resto de museos del entorno. Si nos adelantamos más de la previsto, como fue el caso de aquella visita a comienzos de junio, no nos topamos por ningún lado con la legendaria rigidez prusiana y pasamos sin problemas. Lo que hay que hacer sí o sí es dejar en la consigna de la planta inferior, o en sus taquillas, MOCHILAS, CHAQUETAS Y CAZADORAS.

Dentro era posible hacer con toda libertad fotografías (más restringidas en el Museo Neues, que luego explicamos) pero… ¿por qué ver todo lo que se nos presenta con un sólo ojo cuando podemos empaparnos de su historia con los dos?

El Museo de Pérgamo ha sido un inmenso placer para el amante de la Historia, algo que nos reconciliaba en buena parte con nuestros congéneres, capaces de convertir los miedos ancestrales o las ansias de poder en belleza. De eso había mucho por aquí:

Puerta de Ishtar. Perteneció a la antigua ciudad de Babilonia y sus descubridores acometieron para recuperar los leones alados que la flanqueaban uno de los mayores rompecabezas que se recuerdan, de puro fragmentados que estaban los restos. Resulta increíble cómo se pudo hace un siglo encajar bajo techo todo esto para meternos, físicamente, dentro del paseo procesional (maqueta incluida).

Puerta del Mercado de Mileto. El comercio en su más desbordada expresión está en el origen de esta maravilla, que ya sufrió en su primera ubicación y luego, también, cuando formaba parte de la colección del museo, por culpa de los raids aéreos de la II Guerra Mundial. Ejemplo memorable del arte helenístico, se hermana en esta sala con restos encontrados en Balbeek, la enorme ciudad en el actual Líbano, otra desmesura.

Arte islámico. Una de las sorpresas para el visitante menos avisado se encontraba en las numerosas salas dedicadas al arte islámico en sus más variadas formas. Hasta una joya de La Alhambra, llegada aquí como tantas otras obras de arte españolas malvendidas en el el último siglo y medio, aparecía en un lugar de preeminencia. La Muralla de Mushatta, otro de los grandes reclamos del Pérgamo, ya está desmontada.

Mesopotamia y arte asirio. El código de Hammurabi que se veía aquí es una copia sobre el original que se guarda en el Louvre. ¿Eso es malo? No, pero conviene saberlo, porque el recorrido evocado de aquellas desoladas tierras que tan meticulosamente han terminado de destruir Sadam y los Bush es de los más memorables que se podían gozar en esta casa del saber que es el Museo Pérgamo. Un viaje que empezaba por allí y desde el principio, puesto que la primera pieza maestra que se presentaba ante tus ojos era, precisamente, la estela de Esarhaddo, el rey asirio que dejó constancia de su victoria en Egipto en el 671 antes de Cristo, llevando del ronzal y como perros a dos de sus enemigos, vencidos.

Poder, opresión, violencia, sangre y la angustia por la muerte asomaban a poco que nos fijáramos, de sala en sala, sin que debiera sorprendernos, porque de eso también estamos hechos cada uno de nosotros, en alguna medida.

¿Y es que no hay nada de sexo para darle gusto al morbo por aquí? Lo hay, aunque mayormente sublimado, claro. Lo encuentras en esculturas y mosaicos, en forma de diversas evocaciones. Y rebuscando, también en una vitrina en la forma de una vulva y un pene votivos. Lo tienes en nuestra galería gráfica, más arriba, por si te puede guiar en algo… 😉

El Neues Museum, la casa de Nefertiti

Más allá del Museo de Pérgamo y con fácil acceso desde el mismo ya te encontrabas con el Neues Museum, que ahora cobra un mayor protagonismo.

Primer aviso: No intentes hacer una foto, ni siquiera de tapadillo, del busto de Nefertiti. Los guardas que están en la sala no te lo van a permitir y, como ya apuntábamos más arriba, ¿para qué ver el mundo con un solo ojo cuando puedes usar los dos y olvidarte, siquiera por un rato, de intentar guardarlo todo compulsivamente dentro de tu teléfono móvil?

Si estás delante de «la bella» es que estás en el Neues Museum, comunicado por un paso subterráneo con el Pérgamo, por lo cual la visita no es sólo casi obligada, sino también muy cómoda… y gratificante. Si en el caso del primero las bombas aliadas casi acabaron con la Puerta del Mercado de Mileto, en este edificio que ahora recorremos, los daños dejaron vacío como un cascarón su rico envoltorio hasta 2009, cuando pudo abrir de nuevo las puertas a los visitantes.

De este modo, «el Neues» es toda una sorpresa: miras tanto hacia el frente como hacia arriba y a las paredes, rastreando las huellas del pasado milenario y también del más reciente. Miel sobre hojuelas. El causante de todo esto es David Chipperfield, el arquitecto británico recientemente premiado con los máximos honores de su oficio y al que conocen bien en Galicia. ¿Que no sabes de qué hablamos? Mira en Internet, que tampoco es cuestión de que te lo demos todo hecho.

En la galería gráfica que puedes ver a continuación de estas líneas encontrarás desde el viejo Osiris hasta parte del rostro, bellísimo, de un supuesto Alejandro Magno. Los azares de la guerra en Europa han hecho que estemos ante un gran ejemplo de recuperación del edificio con la aplicación de criterios museísticos de vanguardia y con mucho respeto al que lo visita… al que no se trata como un niño o un ignorante, tentación tan habitual en otras colecciones, en otras capitales del continente.

Puedes disfrutarlo a tus anchas, porque lo merece. Y al final, saluda de nuestra parte a Ghiberti por sus relieves del baptisterio de Florencia, que por sí solos merecerían el viaje. Y por los 27 años que costó su restauración, hasta que volvieron a quedar expuestos en 2017.

Berlín, la ciudad que renace constantemente, no tiene pereza en seguir adelante. Ya lo ves.

Hay más museos en la Isla de los Museos

La falta de tiempo o el puro desconocimiento hacen que el turista pase de largo del resto de los museos de la isla, lo cual no deja de ser un pequeño (o gran) delito cultural fácilmente subsanable.

No basta con admirar la impactante catedral protestante que preside, con su cúpula, las alturas de estos contornos. Ni moverse de columnata en columnata. Nos espera, allá en su extremo, el Museo Bode trufado de esculturas, pero también la Alte Nationalgalerie con sus impresionistas y el Altes Museum con la cúpula que rivaliza con la originaria de Roma para albergar sus colecciones de aquel imperio, al que tanto se opuso la antigua Germania y que tanta envidia despertó siempre entre los siguientes germanos.

… y siempre nos quedará Berlín…

Por si todo lo anterior fuera poco, que no lo es, nos queda más allá de los márgenes de la isla del Spree una inconmensurable ciudad llamada Berlín.

La quisieron hace monumental desde el siglo XVIII a nuestros días y, por esas paradojas de la historia, quizá sus mayores atractivos los encontramos en lo que no son, o al menos no sólo, sus monumentos.

Berlín es un modo de vivir que, en realidad, son infinitas formas de entender la vida… y compartirla. De eso hemos intentado hacer un breve resumen en las siguientes imágenes y en anteriores reportajes, cuyos enlaces te esperan, un poco más abajo.

Disfruta las fotos y Genießen Sie Berlin!!


Más sobre Berlín en LA CRÓNICA: