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1 mayo 2024
InicioGente VIPQuinto trío de ases: Los héroes del coronavirus en Guadalajara

Quinto trío de ases:
Los héroes del coronavirus en Guadalajara

Son tres, pero hay más como ellos. Desde nuestras casas no se les ve, hasta que los necesitamos. Luchan contra el coronavirus desde su puesto, para que lo esencial no se pare en esta España batida por la enfermedad y, a veces, la desesperanza. Su ejemplo nos da fuerza y también nos confirma en la certeza de que un día todo cambiará y volveremos a vernos en la calle, a abrazarnos y a ser todo lo que podemos ser. Sin máscaras. A corazón abierto. QUINTA ENTREGA.

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Fotos: Nacho Izquierdo
Textos: Augusto González

Raquel Serrano, médico

• Raquel aferra con su mano derecha el fonendoscopio, bien firme, con su guante de nitrilo. Se acaban de cumplir dos siglos desde que un francés inventara el estetoscopio, para no tener que poner su oreja en el casto pecho de las pacientes femeninas. Nadie lo ha celebrado. Con Raquel y con tantas «raqueles» habría que tener un mayor sentido de la justicia histórica y no olvidar sus muchos días sin descanso, en Marchamalo. Allí empezó todo para Guadalajara y desde su centro de salud resiste la doctora Serrano, corajuda y en pie. Y con ella, también gracias a ella, resistimos los demás.   

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Trabajadores en el cementerio

• A Mozart, con ser Mozart, lo enterraron en una fosa sin lápida ni nombre en la Viena de un lluvioso diciembre de 1791. Para que la muerte no prolongue el drama, en la Guadalajara de 2020 los hay que se afanan, desde el alba, para que el cementerio municipal acoja como Dios y el Consistorio mandan a los que van falleciendo. Los muertos son nuestro fracaso y nuestro más íntimo dolor pero que nadie se olvide de que en estas semanas, entre las cruces y los mármoles, ha habido quienes han cumplido con ellos incluso mucho más allá de su obligación. No cabe un solo nombre para tanto esfuerzo.

Begoña Pajares, cajera de supermercado

Ha tenido que venir el coronavirus para que muchos descubran el comercio que tenían en la esquina. Begoña ya estaba allí, ante su pantalla y su mínimo teclado. Antes y ahora, da los buenos días con entusiasmo. En la escena sólo son nuevos los guantes y la mascarilla. Y el cansancio acumulado. Y alguna sombra que de vez en cuando se dibuja en su mirada. Con la misma aplicación del que marca los precios, las ofertas y las promociones en el limitado universo de una etiqueta, avanzando un poco más cada día contra la epidemia, llegará el día en que se nos abra el horizonte y nos descubramos mejor de lo que éramos. Bajo el sol y en plena calle. En ese momento, seguro que Begoña sonreirá satisfecha, mientras te da las vueltas.

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