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27 abril 2024
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Sánchez contra Sánchez

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Elecciones Generales. Y otra vez Pedro Sánchez  protagonista. Se le han hecho tantas disecciones de personalidad y coherencia que, por esta vez y buscando la decencia, conviene tomar tal cual. Sin las florituras de la vicepresidenta Calvo, que disimulan actuaciones de Presidente de Gobierno opuestas a otras anteriores, pero que no se justifican en el puesto que ocupa. Y sin las triquiñuelas que aparecen por doquier, atribuidas a una cohorte de servidores que dirige el director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno Iván Redondo.

Apenas han pasado unas horas desde que supimos que íbamos a unas Elecciones Generales y ya hay síntomas de que hay un enemigo insospechado que actúa contra Pedro Sánchez. Han aparecido uno tras otro, en cadena:
Primero fueron las noticias, en la estatal RTVE que dirige Rosa María Mateo, desvelando que la televisión pública se ofrecía a los partidos políticos para que participaran en los debates electorales a celebrar en unas elecciones que no estaban convocadas. Después, también desde RTVE, llegaba la noticia de un concurso para hacer los decorados a usar en esos debates.

Al día siguiente, sin acabar la Ronda de consultas del Rey, se produjo el colosal error de la Agencia EFE (Sociedad Mercantil Estatal, cuya titularidad corresponde a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales-SEPI), que, dirigida por Garea, está adscrita al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas con dependencia directa del ministro, anunciando que el Rey podría tomarse un tiempo antes de comunicar si habría o no candidato. Anuncio que, al instante, fue contradicho por un Comunicado de la Casa del Rey, anunciando que el Rey no proponía candidato a investir como presidente del Gobierno. 

Al acabar la Ronda de Consultas, después de que los políticos que se entrevistaron con el Rey ofreciera su opinión, se produjo el hecho, insólito, de un Presidente del Gobierno que usó la Sala de Prensa que hay en el Palacio de la Moncloa y los primeros 17 minutos del telediario de RTVE, a las 9 de la noche, para la que debería haber sido última presencia de un representante político para dar opinión, como los anteriores. Pero Pedro Sánchez transformó el acto en un mitín electoral, inelegante y chulesco, de ventajista puro que usa la institución (Presidencia del Gobierno), el lugar (Palacio de la Moncloa) y el medio (Telediario de RTVE) en beneficio propio. El acto fue tan burdo que, en plena maniobra, las preguntas de los periodistas se convirtieron en un auténtico reproche. Ninguna tuvo respuesta.

Apareció entonces, en la pantalla de RTVE y en hora de máxima audiencia, el mayor enemigo político de Pedro Sánchez: El Pedro Sánchez que no es capaz de desmentir la acusación de plagio que aireó ABC. El que vuela en Falcón con motivos no explicados. El que veranea en Doñana como hace. O el que, presidiendo un Gobierno en funciones, guarda cerca de un cuarto de minuto de silencio, atribulado y descompuesto, sin saber qué responder a una pregunta (de Joan Girado): “¿Cree que deben hablar claro también ustedes, los candidatos, y pedir perdón a los españoles tras lo vivido durante estos meses después del fracaso y en particular usted, si no consigue ser presidente tras el 10 de noviembre, dimitirá como líder del Partido Socialista?
Sánchez contra Sánchez. Podría ser una aparición fugaz, fruto de un mal rato o consecuencia de lo que le puedan preparar Redondo, Garea, Rosa María Mateo, Carmen Calvo o cualquiera que tenga oportunidad y poca tasa para no ver hasta dónde favor y halagos son inadecuados. Pero, por lo que se ve, no fue una aparición fugaz. En la Sesión de Control al Gobierno número 8 de la Legislatura, celebrada pocas horas después, volvió a aparecer, en el escaño del Banco Azul que corresponde al Presidente del Gobierno. Había dos preguntas, de Pablo Casado (PP) y Gabriel Rufián (ERC), que no parecían especialmente virulentas: “¿Los españoles se merecen el espectáculo que está dando el Gobierno?”, interrogaba Casado. “¿Qué propuesta política tiene para Cataluña?”, se interesaba Rufián. Diez minutos. Cinco para interpelantes, y  cinco, de respuesta, para Sánchez. Casado y Rufián, en réplica fueron duros. Pero, entre ellos, inesperado, apareció el enemigo descomunal que actúa contra Pedro Sánchez: Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones, señalando y apuntando con el dedo (cuan truhán de barrio) a personas y grupos, sustituyendo razones por mandobles dialécticos soltados al albur, intentando repartir entre todos la culpa y responsabilidad que, todo el mundo sabe, corresponden al que intente presidir el Gobierno tras unas elecciones.

Era momento y ocasión de la Sesión de Control al Gobierno, pero Pedro Sánchez, enzarzado contra él mismo, dejó a los pies de los caballos la dignidad de presidente para embarcarse en otra cosa. No era la primera vez en estos días que alguien (Vicepresidenta, Celaá y otros ministros) confunde el rol y usa la condición de miembro del Ejecutivo para entrar en la disputa que corresponde a los miembros del Legislativo. Pero era la ocasión última, y muy señalada por ser ésta la posible última Sesión de Control de la Legislatura, para que Pedro Sánchez respetara lo que hoy es Pedro Sánchez.

Desafortunadamente, no caben componendas, ni caridad para suponer malos momentos o malas estrategias de una cohorte inadecuada. Es el Presidente del Gobierno en funciones quien se ha convertido en el mayor enemigo de Pedro Sánchez. Porque él y su cohorte han mostrado, y enseñado, al electorado la catadura de un candidato que aparece entre todos.

Con ello surgen las preguntas: ¿Cómo va a reaccionar el electorado?, ¿Se va a dejar arrastrar (engañado o no) por algo posterior? ¿Se beneficiarán Casado, Iglesias, Rivera, o Abascal? ¿Lo visto fomentará la abstención?

Vaya usted a saber. De momento, Elecciones Generales, con Pedro Sánchez (Presidente del Gobierno en Funciones) contra Pedro Sánchez (candidato)