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25 abril 2024
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Dos ejemplos de la reapertura de los restaurantes en Guadalajara

Desde Cantalojas a la capital, la reapertura se puede ver con distintos enfoques... o con la misma desconfianza, sobre todo ante el uso del código QR.

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Lucian Dan es hostelero en Cantalojas, aunque también regenta varios bares en otras localidades, como Sigüenza o Atienza. En cada una ha adoptado una decisión diferente. En la Ciudad del Doncel ha decidido no abrir aún el Bar Alameda porque «es muy pequeño» y con las medidas que se exigen no le resulta «nada rentable». «Gano más dinero con el bar cerrado que abierto», razona. Según Dan, su público en este caso proviene especialmente de Madrid y en fines de semana, por lo que «ahora, no hay color»; esperará a que las medidas sean menos restrictivas para la reapertura del local seguntino.

Sin embargo, sí ha abierto el bar-restaurante El Hayedo, que tiene en la Sierra Norte y que es más amplio. Pero el problema en este caso es que sus clientes del día a día son los mayores del pueblo, que van a tomar el café y se pregunta cómo van a llevar ellos «eso del código QR», comenta.

«¿Cómo les voy a decir a los cuatro abuelos que pueden acercarse a tomar un café que se tienen que descargar un código si no tienen móvil, o si lo tienen es muy antiguo, o tampoco saben como hacerlo», ha señalado con cierta preocupación.

Dudas también en la capital

En el caso de la capital, Mario de Lucas, propietario del bar restaurante La Duquesa, no ha notado mucha afluencia en las primeras horas tras la reapertura, y lo atribuye a que algunos de sus clientes «ya han cambiado el ritmo» y como ellos ofrecen el café para llevar, prefieren seguir de momento en esta línea.

En cuanto al uso del código QR , «es otro de los goles que nos han marcado en esta ocasión», ha subrayado. En su opinión, va a «complicar bastante la vida» a los posibles clientes, «un impedimento más, especialmente para los más mayores».

De Lucas tiene claro que la gente más mayor «se va a pensar bastante» ir los bares de momento porque «todavía hay muchos que no tienen smartphone, y el que lo tiene, no sabe usarlo para estas cosas».

Y como vicepresidente de la Federación de Turismo en la provincia, también tiene claro que el problema se va a dar de manera más acentuada en los bares de los pueblos, «donde el público suele ser de edad más avanzada y no saben descargar el código y no hay nadie que les oriente», ha concluido con cierta resignación.

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