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13 abril 2024
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Cándida candidata del PP en Madrid

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‘Cándida’, según el diccionario, es el adjetivo que califica a la ingenua que no tiene malicia ni doblez, o que es simple, poco advertida. 

Nombrada la Vicesecretaria de Comunicación del PP, Isabel Díaz Ayuso, candidata popular para la autonomía madrileña, han bastado unas horas para que merezca alguna de las acepciones que el diccionario tiene para cándida. En un periódico nacional, la cándida candidata acaba de declarar que habría abandonado el PP si Soraya Sáenz de Santamaría (SSS) hubiera ganado la presidencia. Pero ocurre que SSS fue la candidata preferida por la militancia.

Pablo Casado ganó las elecciones con el voto de los compromisarios populares al Congreso y su triunfo no admite reparos. Pero Isabel Díaz Ayuso, ya nombrada con las iniciales de su nombre y apellidos, (IDA), que se asocian al verbo ir, acaba de hacer algo que merece análisis:

1.- Se ha descalificado como candidata. Si no sintoniza con el electorado del PP que votó a SSS, no puede pretender representarlo. En estas circunstancias, su posición es tan difícil que el IDA de su nombre y apellidos, su IDA, se convierte en la solución lógica si el PP no pretende ofender y prescindir de parte de su militancia y afines.

2.- Ha puesto en entredicho a todo el partido nacional, no sólo al madrileño. Si no estaba, o está, dispuesta a colaborar con lo que representa SSS, que es la historia reciente del PP, es absurdo aspirar a continuar la labor de ella y sus predecesores. De seguir, la fractura que Díaz Ayuso exhibe cobrará carta de naturaleza y llevará a la quiebra de un PP que, por él mismo y España, debe mantener el estatus que representa.

3.- Ha comprometido la situación, estabilidad y futuro del PP actual con Pablo Casado al frente. Recién llegado Casado a la presidencia y con las manos libres del mundo interno, externo y medio-pensionista (Rajoy, Aznar y ajenos a ambos), no puede fiar la condición de candidata en quien se coloca en una posición tan estrafalaria como simple.

4.- En esta situación, es absurdo suponer que los votantes populares vayan a confiar en alguien con una sensatez, madurez y reflexión como la de quien, a las primeras de cambio, destroza el equilibrio del partido, promueve la división interna y pone en solfa lo importante. 

Durante estos días se ha especulado con las personas idóneas para hacer cambios y rejuvenecer el PP madrileño. Adolfo Suárez Illana, María San Gil, Cayetana Álvarez de Toledo, Antonio González Terol, José Luis Martínez-Almeida, Javier Fernández-Lasquetty, el paciente Ángel Garrido y algunos más son nombres que se barajaban. Se especulaba, incluso, con confección de programas estratégicos y corrimientos tácticos en busca de futuros aliados. En un momento, en un chat entre periodistas, se apuntó el nombre de Díaz Ayuso para la CAM y Fernández-Lasquetty para el Ayuntamiento, supuestamente propicios para lograr el apoyo de Ciudadanos y Vox con un trueque simplón: Alcaldía a Begoña Villacís, de Ciudadanos, a cambio de Presidencia de la CAM para IDA. La respuesta en el mismo chat fue inmediata: Fernández-Lasquetty y Ayuso suenan a suicidio popular. Mejor candidato que estos es Martínez-Almeida, que debe poner los eggs on the table: No ha currado para que llegue un señorito a sujetar cartel electoral.

En éstas, apareció una entrevista de Mamen Mendizábal a Díaz Ayuso que rompía con la línea de La Sexta. Y en el chat, el mismo anterior, apareció una nota: La Sexta está trabajando a pleno rendimiento a favor del PP. Sus programas sobre Vox y la entrevista a Díaz Ayuso demuestran que ahí hay algo. Estupidez de Roures, que no es el caso, o estrategia ¿Alguna opinión? Hubo contestación: Roures se enfadó con Sánchez hace meses, quería cosas que no le dieron. Y hace lo que sabe: inclina la balanza, asusta y consigue lo que quiere.

Hoy, repasados los nombramientos populares, los apoyos no estúpidos de La Sexta y otros, y visto el peligro que supone mantener candidata a Isabel Díaz Ayuso, parece lógico esperar que el PP busque sustituto mientras las iniciales del nombre y apellidos de la cándida candidata marquen lo que conviene: su IDA.