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11 mayo 2024
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Puy-l’Évêque, el Valle del Lot y las sorpresas de la Francia más inesperada

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Puy-l’Évêque es un pueblo pequeño con un río grande. Cuando se te planta ante los ojos te preparas para entrar a una localidad de 10.000 almas o más. Luego, cuando preguntas, te cuesta creer que apenas supere los 2.000 vecinos, sobre todo porque acabas de cruzarte con varias bandadas de adolescentes risueños, que van de clase a casa y que saludan al extraño con una cordialidad tan inesperada como reconfortante. Si hay juventud, hay esperanza.


La forma más natural de viajar desde España a Puy-l’Évêque es vía Toulouse, en avión. Hay buenos precios con Iberia y muchas frecuencias. Luego, autopista de peaje A-62… y listos para recorrer el Valle del Lot, quizá después de haber contemplado el impresionante románico de Moissac.


Al español poco francófilo le asomará un mohín sólo con el nombre, porque Puy-l’Évêque tiene todo lo que al castellano le contraría: una y griega, un guion, mayúsculas y minúsculas mezcladas y hasta un acento circunflejo, como circunflejas se le quedan las cejas al que no sabe de qué hablamos. Y para desvelar algunos de esos misterios, pongámonos ya a la faena.

Menos de una hora sobrevolando los cielos de esta Europa desnortada te llevan, con otro tanto en coche, hacia nuestro norte, geográfico y metafórico, de hoy.

En ese primer vuelo a la ciudad rosa puede embarcarse el que quiera asomarse, sin prisas, a Puy-l’Évêque y a las ciudades, villas e incluso aldeas que miran al Lot como el gran río que todo lo riega y que, a malas, puede anegar casas y haciendas, como a veces hace. La última vez fue en 2021.

Estamos en esa Francia que no conocen muchos franceses y que ignoran desde otros países… salvo ingleses y holandeses, que esos sí que saben bien lo que es pedalear a sus anchas por aquí. Al viajero inteligente más le vale anotar en su cuaderno de rutas pendientes esta región, cuna del vino de Cahors, un paraíso real y muy cercano para los amantes de la naturaleza y un buen lugar, a fin de cuentas, para perderse y encontrarse a una medida humana.

Las lecciones de Puy-l’Évêque sobre la historia y sobre nosotros mismos

Lo de Puy, que tiene resonancias ciclistas, es la traslación al francés del occitano Pech, que puede verse en la toponimia local hasta la extenuación.

En otra paradoja más de las muchas de este viaje, observaremos que esta tierra no es llana pero tampoco exactamente montañosa. Son lomas, una detrás de otra, que se abren en vallejos y que, siempre que pueden hacen sitio al Lot.

En este mayo de 2024, cuando quedaba escrito nuestro reportaje, el Lot bajaba sobrado de agua y de soberbia. Se diría que quisiera rivalizar con el Garona, que es al que vierte las aguas, del mismo modo que hace siglos por el Lot y hasta el Garona bajaban las gabarras con vino del país para surtir a los comerciantes de Burdeos, que le sacaban beneficio sin darle fama.

El desaparecido Antonio Escohotado estaría feliz si pudiera resucitar y ver cómo el comercio, del que se hizo apóstol en su vejez, fue la clave del nacimiento y esplendor de Puy-l’Évêque: estar a una distancia similar tanto de Moissac como de Cahors y de Rocamadour lo convirtió en una plaza estratégica para defender (y aprovechar) esa gran autopista de agua que en la Edad Media y hasta la llegada del ferrocarril era este río. Y tantos otros ríos caudalosos, siempre bien aprovechados más allá de los Pirineos.

¿Y lo de Évêque? Hace alusión a un obispo, claro está: Guillaume de Cardaillac, en el muy lejano siglo XIII. Sólo con la Revolución Francesa acabaría el control episcopal de la villa, de su río y de su importancia estratégica. Ya por entonces, de la herejía cátara no quedaba por ahí más que el recuerdo, a fuerza de represión y sangre.

Un camino de agua y de siglos

Puy-l’Évêque, este pueblo que tan pocos conocen en España pero que da tanto de sí aun siendo tan pequeño, es en sí mismo una lección sobre nosotros mismos. Si se permite el alarde, los europeos de hoy somos, en buena medida, herederos directos de aquella sociedad de hace casi un milenio. A ver si no cómo se explica quien pasee por estas calles estrechas y empinadas que en lo alto de todo se encuentre la fortaleza que siempre acogió al señor de la villa, mientras que sus más fieles fueron construyendo casas nobles, como cinturones que abrazan la roca, cada uno unos metros más abajo en ese duro, inmenso, colosal peñasco que hoy asoma al pie de muchos de esos edificios, acreditando su antigüedad.

Del palacio del obispo sólo queda en pie la torre, compañera bien erguida de una Mairie tirando a insulsa, pero que está coronada por el escudo medieval: el del barco que navega los dinteles de más de una casa señorial en este pueblo. Y un detalle para los muy curiosos: a cierta altura de la torre no falta, desde hace ocho siglos, un agujero discreto pero muy útil, porque es sin asomo de duda el de la letrina… por donde quien tenía poder para hacerlo se desembarazaba de eso que el lector ya ha entendido, sin necesidad de más palabras.

Del resto de edificios «de prestigio», dejemos las pistas necesarias, que son sus nombres. El château de Lychairie abrió sus puertas y ventanas geminadas en el siglo XIII y por ahí sigue. Otro tanto puede decirse del châteu Bovila, que ilustra los gustos del siglo XV. Y junto con ello, las casas de La Cale, el barrio más próximo al río. De arriba a abajo, toda la sociedad de aquellos otros tiempos, ordenada y dispuesta ante nuestros ojos, como si de una metáfora en piedra estuviéramos hablando.

El Puy-l’Évêque que resucita

No hay que alejarse mucho de estas calles para comprobar que el espíritu irreductible de Puy-l’Évêque y de sus gentes no ha menguado con el paso del tiempo. Pongamos el ejemplo de una insólita factoría local, que está cumpliendo ahora su primer siglo de existencia y que sigue en el mismo emplazamiento, al otro lado del cauce del Lot.

Quien se dé prisa en organizar su viaje coincidirá con las celebraciones de Virebent, la empresa de que hablamos, que empezó fabricando la humildísima porcelana aislante para los tendidos eléctricos y ha renacido en fechas más recientes como proveedor de marcas de lujo muy conocidas, además de comercializar un amplio catálogo de todo tipo de utensilios para el hogar, de la máxima calidad y con buen diseño.

Sus paisanos la conocen como Manufacture de Porcelaine y realmente lo es, porque prima el trabajo hecho a mano por encima de cualquier otra consideración.

Como un siglo no se celebra todos los días, en este 2024 se han preparado exposiciones, un nuevo museo, talleres, conferencias, la reedición de 70 piezas de los años setenta… y mucho más, incluidas comidas campestres.


Más información sobre Puy-l’Évêque y el Valle del Lot:

• ¿Dónde dormir en Puy-l’Évêque?

Hay formas clásicas de descansar por la noche en esta ciudad, que Google te detalla si se lo preguntas. Sin embargo, nuestra propuesta es acercarnos a Castelfranc, a muy escasa distancia. Allí conoceremos uno de esos encantadores pueblos que aquí llaman bastides, trazados a escuadra y cartabón por orden de algún antiguo obispo. Apenas cuatro o cinco calles rectas en una dirección, más las perpendiculares con casas de piedra solemnes y amigables a la vez.

En una de ellas ha abierto posada un muy peculiar irlandés de París, de 66 años, de fácil y divertida conversación. Aquí ha querido reconvertir su vida de diseñador, en la casona que compró durante la pandemia. El interior es fruto de su imaginación y de su trabajo personal. No es un alojamiento al uso, pero tiene su encanto, al igual que el pequeño patio de la entrada. Entrada que, por cierto, no se hace por donde indica el nombre del establecimiento, Le 7 des Tonnellers, sino a la vuelta de la esquina. Una curiosidad más entre muchas.

• ¿Dónde comer en Puy-l’Évêque ?

Una buena opción es Côté Lot, con fácil aparcamiento y una inmejorables vistas del río y el valle. Sólo por eso ya merece la pena una mesa allí. Actualmente está rodándose la nueva propiedad, de un vascofrancés.

• ¿Dónde conseguir más información sobre la región?

Una agradable manera de empezar a conocer el Valle del Lot es recorrer su página web desde aquí. Buena información… y en castellano.


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