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24 abril 2024
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JOSÉ LUIS HERAS CELEMÍN / Congreso PSOE-Sánchez, sin «g» ni «r»

El Congreso PSOE-Sánchez, sin g ni r, se queda en un ‘Con eso PSOE-Sánchez’: Una artimaña sagaz, caiga quien caiga, usada al margen de todo y de todos en beneficio de Pedro Sánchez. Falta saber por cuánto tiempo y con qué coste.

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Por lo que apuntan, al último congreso del PSOE, en Valencia con Sánchez en la Secretaría General, se le ha perdido la g, de garra, que es sinónimo de uña y anzuelo; y la r, de real, que es análogo a serio e histórico.

El título y el congreso, así, se han convertido en un raro ‘Con eso PSOE-Sánchez, sin ‘gr’ y sujeto a Sánchez. La novedad no es solo nominal. Afecta al histórico y serio Partido Socialista Obrero Español, privado del anzuelo y uña que le caracterizaba. También, como novedad peligrosa, a la realidad y futuro de España, hasta ahora asentada en un PSOE que, tras su actividad pre-bélica y guerrera en la cuarta década del siglo pasado, propició la transición y cuarenta y tres años de democracia con monarquía parlamentaria disfrutados hasta ahora.

Para otear la realidad y lo que significa la sumisión del PSOE a su Secretario General, había un acto en Madrid que merecía la pena. En el Gran Casino de Madrid, promovido por Nueva Economía Fórum, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, presentaba al nuevo portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, el canario Héctor Gómez.

Batet, aún presidenta del Congreso de los Diputados pero apartada en su PSC catalán en beneficio de Salvador Illa, parece que por decisión de Iceta, no está, no puede estar, conforme con la decisión de Sánchez, que destituyó a su pareja sentimental, Juan Carlos Campo, en el Ministerio de Justicia, tras usarlo en unos indultos a los ‘indepes’ catalanes, delincuentes condenados por el Tribunal Supremo. En privado, Batet es crítica con la deriva autoritaria de Sánchez, pero en público no. Sabe que en su partido, como apuntó Alfonso Guerra, ‘El que se mueve no sale en la foto’. Y no se mueve. Como tercera autoridad del Estado, parecía importante lo que pudiera hacer en el Gran Casino. Y lo fue: Presentó a Gómez, limitándose a recordar la misión de portavoz. Encajaba lo que pudiera entenderse como un trágala forzado, o ejemplo de cómo el PSOE rinde culto y se somete al líder omnipotente que hoy es Pedro Sánchez.

Héctor Gómez, siguiendo el modelo, que tiene su origen en el Palacio de la Moncloa y que vía Ferraz se asentó en Valencia, hizo lo que se esperaba de él: Llamarse Andana en las cuestiones importantes, pasar el rato, eludir temas y pelotas calientes o templadas, evitar declaraciones espinosas, y acortar su intervención. Entre las muchas preguntas que hubo, elijamos una. Visto el afán socialista por una Reforma de la Constitución, publicitada hasta la saciedad y sin explicar, interesaba que el portavoz opinara sobre ello. La pregunta fue: “¿Cuál es la postura del PSOE en la reforma de la Constitución sobre: Jefatura del Estado y Monarquía. Y, en un Estado Federal, con qué estados y con qué número de estados?” La cuestión es capital, pero el portavoz en estreno no se estrenó. Dejó sin contestar la pregunta para irse de excursión a los cerros de Úbeda, o a las lavas que produce la erupción de un volcán que asola en la isla canaria de La Palma. Como ésa, por muy importantes que fueran, las demás. En su lugar: Diálogo, Vamos a ver y estudiar, Estamos trabajando. Chauchau. Nada más. Como Batet y colegas de partido, sumisión. Pero no sólo, ni insulsa. Porque, tras el silencio, hay acatamiento y acaso miedo o codicia por seguir en la pomada. Y, también, algo disimulado que es más importante que el interés personal, de grupo o regional: La puesta en escena de algo tan importante como la Reforma de la Constitución. Un intento que va a necesitar el retrato de los grupos políticos españoles, el cálculo de las posibilidades para conseguirla, las cábalas de unos y otros con los intereses de cada uno. Y todo lo que hay alrededor, conocido o no. Es lógico, pero, además y tras ello, la Reforma de la Constitución, anunciada y supuestamente pretendida, también es el baluarte opaco y buscado que, como escaparate, beneficia a Sánchez porque oculta los perjuicios que han producido él, el partido que le acoge y encumbra y el gobierno que preside con los coaligados y apoyos que lo mantiene. Con esa reforma, aritméticamente difícil sin el concurso del PP, Sánchez, en el PSOE y en un gobierno de coalición o sin él, esconde las desgracias debidas a su incapacidad, forma de ser o gobernar.

En consecuencia, el Congreso PSOE-Sánchez, sin g ni r, se queda en un ‘Con eso PSOE-Sánchez’: Una artimaña sagaz, caiga quien caiga, usada al margen de todo y de todos en beneficio de Pedro Sánchez. Falta saber por cuánto tiempo y con qué coste.


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