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1 mayo 2024
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Desde Chile a Guadalajara, pasando por Aranjuez, para robar chalés hasta ser detenidos

Los tres detenidos son chilenos, de entre 31 y 45 años según ha revelado el instituto armado, "que acababan de llegar a nuestro país, sin ninguna vinculación familiar ni actividad laboral legalizada".

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Agentes de la Guardia Civil del Grupo de Delincuencia Organizada de la Comandancia de Madrid, han detenido a los que se considera son los tres integrantes de una banda especializada en el robo de viviendas, que han dejado huella en la provincia de Guadalajara pese a residir en Aranjuez, en el sur de la Comunidad de Madrid.

Los tres detenidos son chilenos, de entre 31 y 45 años según ha revelado el instituto armado, «que acababan de llegar a nuestro país, sin ninguna vinculación familiar ni actividad laboral legalizada». Ahora ya están en prisión, por orden del juez, pero en su breve e intensa actividad delictiva han tenido tiempo de, según la investigación, una veintena de robos con fuerza en viviendas situadas en los municipios madrileños de Arroyomolinos, Moraleja de Enmedio, Torrelodones, Belmonte del Tajo, Colmenar de Oreja, así como en las provincias de Cuenca, Guadalajara y Toledo.

En el lugar donde vivían en Aranjuez los agentes han hallado gran cantidad de joyas y relojes, efectos de electrónica, telefonía móvil, bolsos de primeras marcas, perfumes y las herramientas que empleaban para forzar los cierres.

Tras ellos desde diciembre

La investigación comenzó en el pasado mes de diciembre, cuando se produjo un robo con fuerza en una vivienda situada en la localidad madrileña de Arroyomolinos, en el que los autores lograron hacerse con un botín valorado en unos 20.000 euros.

El avance de la investigación permitió identificar el vehículo que los ladrones utilizaron y relacionarlo con otros robos de similares características que se estaban produciendo en otros municipios cercanos.

Todos los robos tenían un nexo en común: primero seleccionaban las potenciales viviendas objeto de robo, principalmente chalés unifamiliares y pisos bajos ubicados en zonas residenciales; después, eran sometidas a vigilancia para conocer la rutina de sus propietarios y así poder perpetrar los robos cuando los moradores no se encontraban en su interior.

Dos de estos sujetos eran los encargados de acceder a la vivienda objeto del robo, mientras que el tercero esperaba en la calle, para facilitar la huida.

En primera instancia accedían a la parcela de los chalés mediante escalo para luego, dependiendo del cerramiento de la vivienda, forzar alguna puerta o ventana y llevar a cabo el robo, siempre cuando los moradores se encontraban fuera de sus domicilios.


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