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26 abril 2024
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Detenidos (de nuevo) unos descuideros que robaron carteras y teléfonos en Guadalajara

Los lugares preferidos por los autores de estos hurtos eran locales comerciales poco concurridos como oficinas, inmobiliarias y talleres. También hay constancia que han actuado en restaurantes, gasolineras y carnicerías. Se estima que los efectos sustraídos por los autores de los hurtos, en los 46 casos esclarecidos, pudieran alcanzar un valor cercano a los 24.000 euros.

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En Albacete se ha detenido a los dos jóvenes delincuentes, especializados en robos de carteras y teléfonos móviles usando el método de la «muleta«.

Los dos detenidos, de 22 años de edad y vecinos de la localidad madrileña de Parla, ya contaban con numerosos antecedentes por hechos similares en gran parte del territorio nacional. Se han esclarecido 45 delitos de hurto, principalmente de telefonía móvil cometidos en las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Toledo, Alicante, Castellón Valencia, Ávila, León, Soria, Zamora, Zaragoza, Cáceres y Badajoz.

Se estima que los efectos sustraídos por los autores de los hurtos, en los 46 casos esclarecidos, pudieran alcanzar un valor cercano a los 24.000 euros.

Los lugares preferidos por los autores de estos hurtos eran locales comerciales poco concurridos como oficinas, inmobiliarias y talleres. También hay constancia que han actuado en restaurantes, gasolineras y carnicerías.

Un método sencillo y eficaz

Su método era sencillo y muy efectivo. Una vez robada la cartera o el teléfono móvil en el establecimiento elegido, abandonaban la localidad rápidamente. Eso les daba un margen de tiempo hasta que el empleado del establecimiento se percataba del hecho y lo denunciaba, pudiendo realizar en un mismo día hasta cinco hurtos en diferentes localidades.

Este sencillo método de «la muleta», con símil taurino, suele utilizarse para hurtar carteras, teléfonos móviles o cualquier otro objeto de valor depositado encima de la mesa o mostrador de un establecimiento o simplemente de la barra de un bar. Utilizaban  sus autores una maniobra tan depurada que la mayoría de las víctimas no se daban cuenta de los hurtos en el momento de producirse.

Una vez en el establecimiento elegido, mientras uno de los autores merodea por su interior, el otro distrae a la víctima con un papel o folio (la muleta) ofreciendo, por ejemplo, un servicio de limpieza de los cristales o escaparates del local. De este modo consiguen tapar el objeto que van a robar… y robarlo.

Una vez consumado el hurto, los detenidos abandonan el local con el botín. Más tarde lo ponían a la venta a través de un perista.